Nota publicada online
El Pabellón de las Bellas Artes exhibe una selección de obras del artista Pedro De Simone (1922 - 1990?), de quien no veíamos una exposición individual desde 1982.
Un artista que se mantiene vigente por la sensibilidad y aire de misterio que plasmo en sus telas, y que inserta al espectador en una dimensión de perceptible espiritualidad. Más allá del objeto, la "forma negativa" del mismo le permitió ir en busca de su contexto, y desde allí moldear u originar esa sugerente insinuación, fascinación u observación de su pintura.
Autodidacta, frecuentó el taller de Fortunato Lacámera. Fue admirado y guiado por Julio Payró, quien prologó muchos catálogos de sus muestras. Viajó becado a Francia para estudiar en Paris en el taller de André Lhote.
Expuso en las mejores galerías de su tiempo. Siempre vivió en La Boca del Riachuelo. Sus amigos también.
Mi padre lo admiraba y lo coleccionó. También lo hicieron Mauricio Neuman y Rómulo Macció entre otros.
Esta exhibición reúne obras de todos sus períodos, trayéndolo del olvido en que, un poco por accidente, y otro poco por timidez, ha quedado.
La pintura de De Simone no es fácil, lo sabemos. Pero es extraordinaria y eso queremos que también lo sepan los demás. Aún estamos rastreando la posible fecha de su fallecimiento, creemos que ocurrió durante los tempranos 90.
Los frascos de sus extraños bodegones son en realidad transfiguraciones de los elementos que constituían su botiquín de diabético insulino dependiente. Las figuras que aparecen en su obra posterior son accidentes de una ascética abstracción, como en Lacámera.
Pedro De Simone fue de esos pintores que trabajan todos los días con la intención de seguir aprendiendo a pintar. Desconocemos otros detalles de su vida.
La médula de lo que fue, está ahora colgada gracias a Cecilia Cavanagh, en el Pabellón de las Bellas Artes de la Pontificia Universidad Católica Argentina.