Pachi Almeyda. Volver con la mirada ampliada

“La evolución de una artista es algo así como un viaje en tren: siempre se está en él, pero los paisajes van cambiando. Las estaciones van pautando el trayecto. Para el caso de los artistas visuales, las estaciones son sus exposiciones”. En estas palabras de Luis Felipe Noé, Pachi Almeyda se siente reflejada hoy en día.

El paisaje, la identidad y la cultura, son temas que aborda en sus series. En la actual muestra en Espacio Hussek, trabaja sobre telas naturales: yute, cáñamo y arpillera. Son obras gestuales, sutiles y, aunque ella no lo busque, muy japonesas; tienen ese ritmo cadencioso de la caligrafía oriental, cuidada y silenciosa, pero no por ello menos potente. Potencia que se refuerza simbólicamente con la materia con la que pinta: petróleo crudo, proveniente de diferentes yacimientos de Argentina, que utiliza como aglutinante para óleo y pigmentos, elaborados por ella misma.

También presenta algunas obras de su serie “Pizarrones” que inició en 2021 durante la pandemia. Allí la artista remite a las formas y modelos de aprendizaje. El pizarrón como elemento simbólico de la enseñanza y la educación, citando a los maestros del arte y la cultura universal, como paradigmas de “modos de relacionarnos”. Obras sutiles y poéticas con fuerte contenido conceptual.

Como afirma Cecilia Ivanchevich, autora del texto que acompaña la muestra, “Pachi hoy ha logrado reencontrarse con su búsqueda o mejor dicho con sus intereses, y reelaborarlos, para volver a la misma estación, ya con un camino transitado y una mirada expandida.”

Masako Kano. Los paisajes como encuentros espirituales

“Durante el período de confinamiento causado por la pandemia global Covid19, solía volver a mirar y editar mis fotografías de paisajes del pasado, deseando capturar nuevamente esos encuentros mágicos que tuve con la naturaleza, tanto aquí -en Argentina- como en mi país de origen -Japón-”, cuenta Masako Kano, fotógrafa quien vive en nuestro país desde 2001. Mientras muchos se iban otros llegaban y así fue como Masako se mudó de Londres a Buenos Aires, siguiendo los pasos de su marido y descubrió nuestra “maravillosa naturaleza salvaje”. Si bien había trabajado durante mas de 12 años como analista financiera en la banca internacional, encontró su hacer artístico a través de la fotografía, disciplina que estudió en Christie’s, London, ICP en Nueva York y, en Argentina, con Diego Ortíz Mujica.

“Uno de los encuentros más emotivos que tuve con la naturaleza en Argentina ocurrió una noche en el sitio de acampe donde estábamos filmando el documental ‘El silencio del Impenetrable’. Me encontré con un cactus gigante erguido bajo el cielo estrellado del Impenetrable. Inspirada por la frescura de la noche, tras un largo día filmando bajo un calor intenso y sin poder dormir, me levanté, tomé el trípode, mi cámara y una linterna para “capturar” ese enorme cactus que almacena agua dentro de su cuerpo para compartirlo con los animales y los humanos cuando llegan las sequías.”

Con relación otros paisajes que son parte de la muestra, Kano revela que “Arashiyama, Kyoto y la orilla del lago Biwa en Shiga reflejan paisajes internos. Son las escenas que imagino cuando practico mis meditaciones zazen.” Esta práctica de la concentración pura del aquí y el ahora es, según sus adeptos, la condición natural de la existencia. El Budismo Zen pone énfasis en el 'despertar' del individuo que busca la iluminación. Para la artista oriental, crear paisajes internos desde la realidad de la naturaleza de Japón, pone de manifiesto la creencia de que el “arte es una forma de espiritualidad.” Certeza que comprobamos mientras escuchamos el silencio en este ‘encuentro de paisajes’ que proponen ambas artistas, bajo sus miradas expandidas.