Nota publicada online
Visiones / re-visioneses el título y el motivo que alienta el montaje de las pinturas e instalaciones de Luis Felipe Noé en las salas del MUNTREF. A cargo de un equipo curatorial formado por Eduardo Stupía, Diana Wechsler, Cecilia Ivanchevich y el mismo artista, la muestra se distancia de los diseños más frecuentes en términos curatoriales. No es una retrospectiva o una antología, sino una selección puntual en la que el artista asume, también, las decisiones del curador. El montaje apela a la simultaneidad visual de un relato que contrapone obras realizadas desde los años sesenta con piezas de la última década. Así, el recorrido exhorta al acto creativo de la reflexión estética pensado como disparador de nuevas ideas y potencial motor de nuevas acciones.
¿A dónde vamos? de 1964 yCracde 2011 marcan uno de esos contrapuntos visuales, activadores y cargados de sentido que ofrece esta muestra. En la primera obra, la multitud politizada, la movilización y el líder hablan un tema que ejerció una fuerte seducción en el artista desde las primeras marchas peronistas. El referente, la calle, se introduce en la pintura y busca el punto de identificación con el espectador. Los medios plásticos juegan su rol protagónico en la alteración del orden compositivo a través de rectas y diagonales en forma de carteles y palos que se proyectan por fuera de los límites de la superficie quebrando la noción de orden y estabilidad. Junto a esta pieza se exponeCrac. A diez años de una de las peores crisis que sufrió el país, Noé trabaja sobre una superficie dividida, convulsionada que vuelve sobre la idea de ruptura y caos. La tela se desprende del bastidor, evidencia el artificio de la pintura y muestra la única zona estable, la estructura que permanece; es el uso significante del soporte que en ocasiones llega al paroxismo como en la instalaciónEl ser nacional(1965) o enEstructura para un paisaje(1982).
Esto no tiene nombre(1976) yDe qué se trata(2006) señalan otro espacio de diálogo entre distintos momentos. Una vez más, la pintura de Noé se desliza sobre la contemporaneidad dramática y marca el quiebre allí donde se pretende continuidad, el cambio allí donde se espera estabilidad. El caos como tema y principio ordenador rige la superficie pictórica y confronta un orden hegemónico, es dinamismo y transformación, en cierta forma la posibilidad de revertir el pensamiento y, tal vez, la realidad. En suma, la puesta en diálogo de las imágenes, que alternan con fragmentos de la obra escrita del artista, no sólo evita el carácter ineluctable de la cronología también actualiza las ideas estéticas y las convicciones políticas que han marcado la trayectoria de Noé y sobre las vuelve a reflexionar a partir de la vivencia sensible de los acontecimientos inmediatos.