Nota publicada online
Totalmente renovado, tras un proceso de puesta en valor de su patrimonio artístico y arquitectónico y, bajo la nueva dirección de la Lic. Teresa Riccardi, el Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori reabrió sus puertas.
La primavera está en el aire. Un cielo azul, una brisa fresca y el aroma de los primeros jazmines florecidos, ¿qué mejor momento para reinaugurar el Museo Sívori? Ubicado en el corazón de los Bosques de Palermo, frente al Rosedal, “El Sívori” es uno de los museos más importantes de arte argentino del país por su patrimonio: su colección reúne más de 4.000 piezas desde el siglo XIX al presente. Inaugurado en 1933, es un espacio convocante y reconocido por los artistas. Desde 1945 es sede del reconocido Salón Manuel Belgrano que premia las disciplinas de Pintura, Escultura, Dibujo, Grabado, Monocopia y Textil que otorga importantes premios.
A través de un plan de mejoras propuesto por la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, se emprendió una puesta en valor integral del edificio con el fin de devolverle su esplendor original. El trabajo está a la vista y hoy podemos disfrutar de un museo espacioso, moderno y con mejores condiciones ambientales más adecuadas para el espectador y la colección.
El proyecto incluyó la renovación del guión museológico y museográfico a cargo de Valeria Keller, en conjunto con los equipos de montaje, investigación, diseño, conservación y restauración del Museo; la instalación de un nuevo sistema de iluminación y climatización con una tecnología equiparable a los principales museos del mundo; la hermetización y ampliación de los espacios de las áreas de exposición y guarda patrimonial, nuevos sistemas de accesibilidad y tareas de impermeabilización, y la optimización de las áreas de trabajo del personal, así como la renovación general del jardín.
Sobre la exposición
Tierra. Caos y germen. Colección Sívori es el título de la muestra con que el Museo Sívori reabre sus puertas al público, presentando un corpus significativo de piezas de su acervo patrimonial.
La hipótesis de investigación enlaza diversos núcleos narrativos que se vinculan a la representación de la tierra como lugar de pertenencia y disputa. A través de dos grandes nodos: caos (Sala A) y germen (Sala B) se despliegan alrededor de 130 piezas de la Colección Sívori que abarcan un horizonte temporal: desde los primeros años del siglo XX hasta el presente.
Acontecimientos históricos a nivel global como la resistencia durante la Guerra Civil Española (1936-1939) y los albores de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) definen el conjunto de obras de la primera matriz conceptual: caos. La llamada “Década Infame” y la crisis reinante en aquellos años ponen en primer plano las voces de los trabajadores, los sistemas de arrendamiento rural junto a sus protagonistas, los colonos inmigrantes y los pueblos originarios que han sido desterrados.
En el campo cultural, seguido a la academia y la vanguardia de los años 20, la presencia de los Artistas del Pueblo –Guillermo Facio Hebequer, Agustín Riganelli, Aldofo Bellocq, José Arato y Antonio Vigo– y, por otra parte, figuras como Antonio Berni, enriquecen el lenguaje y la cultura visual del período abarcando una extensa producción gráfica que va desde las artes aplicadas hasta las artes plásticas. A través de estos artistas, la pintura, la escultura, y fundamentalmente el dibujo y el grabado, muestran un despliegue único hasta el momento, presentando imágenes que oscilan entre los expresionismos y el nuevo realismo.
La segunda matriz conceptual, germen, expone un origen, el nacimiento de aquello que está en proceso de transformación. Una imagen eco, Santiago del Estero de Enrique Policastro, resuena y expande los diversos nodos que integran esta matriz conceptual de pertenencia. Por un lado, las representaciones de mujeres son abordadas desde lo figural hasta ensayar una disolución metamórfica con lo biológico en la obra de Elda Cerrato El cuerpo humano o coloquio sobre el temblor y los dibujos pertenecientes a la donación Riganelli, expuestas por primera vez y ampliamente representados en la exposición.
La materialidad clásica del conjunto de cabezas de niños de los artistas Agustín Riganelli, Carolina Álvarez Prado, Alberto Lagos y Pedro Tenti se vuelve un contrapunto de los elementos matéricos informales en las piezas Círculo en gris de Clorindo Testa y Entraña terrenal de Noemí Di Benedetto. En este sentido, las transformaciones de la ciudad entre los años 30 y 60 se amplían, emergen los suburbios y el barrio se articula como el germen de la vida social, visible en la película Buenos Aires (1958) de David Kohon. Finalmente, dentro de esta matriz, ancladas en un horizonte temporal extendido hasta el presente, las imágenes del paisaje se exhiben como un motivo que articula un modo contemplativo y empático, hasta otro tipo de representaciones actuales que lo muestran en una constante cromática dinámica y mutante como en la obra de Raquel Forner La Potestad o la pintura Vértigo de Marcia Schvartz.
Esta relación vinculante entre los dos matrices, caos y germen, como bien ha planteado en relación a la pintura el filósofo Giles Deleuze, es diagramática, manual y comporta una manera de observar el mundo donde ambas instancias son indisociables. Donde la catástrofe sin un origen o un origen sin un desequilibrio son inimaginables.