Nota publicada online
Inauguraron las nuevas salas permanentes del museo ubicado en el casco histórico de San Isidro, un lugar con historia habitado por sus vecinos.
La quinta de los Ombúes (Adrián Beccar Varela 774), está ubicada muy cerquita de la Catedral de San Isidro; es una casa del período virreinal -una de las más antiguas que siguen en pie- ubicada en lo alto de la barranca desde donde se disfruta el río bajo la sonbra de añosos árboles. La quinta fue donada al municipio por deseo del doctor Horacio Beccar Varela, el 10 de septiembre de 2005 para que los vecinos disfrutaran de este histórico; lugar donde también vivió Mariquita Sánchez de Thompson y donde el gran escritor Manuel Mujica Láinez encontró inspiración para varios de sus cuentos.
El Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Beccar Varela se inauguró el 16 de mayo de 2006 y, este último sábado después de tres años de trabajo, abrió tres nuevas salas de exposición permanente que hablan de la historia del partido de San Isidro en todas sus facetas y complejidades. Fue una verdadera fiesta, con exquisitas empanadas y un budín de pan soberbio, realizado por Diego García Tedesco con la receta de doña María Varela. La magia del pasado se reflejó en la sonrisa de todos los presentes.
"Este museo es producto de un valor esencial, el del diálogo entre el sector privado y público, entre la familia Beccar Varela, donante de esta casa, y el municipio. A 16 años de la apertura del museo, hoy contamos con estas salas que refieren a nuestra sociedad, su territorio y desarrollo. Me emociona y da esperanza saber que ese diálogo con la comunidad en su conjunto, que es parte de una política de Estado, se mantiene y fortalece", comentó el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, durante el acto de apertura realizado en los jardines del museo y ante más de doscientos invitados.
"El Beccar Varela nos habla de nuestra gran/pequeña historia local, pero más que del pasado nos está hablando del futuro y de lo que soñamos ser, y lo hace desde esta muestra permanente donde el dato se convierte en emoción y a la que llegamos luego de tres años de una intensa investigación puertas adentro y de escuchar con mucha atención a toda la comunidad", expresó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, feliz de ver realizada la tarea.
El recorrido, que inicia con una detallada línea de tiempo que va del 10.000 A.C. al presente, sigue con un video actual sobre su gente y sus ciudades, y concluye con piezas que fueron donadas por los propios vecinos. Así, el nuevo recorrido, cuenta con la dirección de montaje de Patricio López Méndez, la colaboración de Pía Landro (directora de Artes Visuales del municipio y a cargo del programa educativo), los equipos de educación del propio museo, Marcela Augustowsky (diseño gráfico) y Ernesto Samandjian (documentalista).
De las primeras crónicas visuales que se conservan, del pintor inglés y viajero Emeric Essex Vidal (1817), la creación del Servicio de Voluntarias Damas Rosadas (1959) y del aeródromo que funcionó en San Isidro (1920) y una multa por bañarse desnudo en el río de 5 pesos (1891), al primer semáforo del partido (1958), el primer túnel, en la calle Primera Junta (1981) pasando por imágenes de galeras y pulperías, y fotos actuales de vecinos en situaciones cotidianas, entre muchos otros registros.
En la sala contigua, la posibilidad de sentarse frente a un video con una sucesión de imágenes del San Isidro de hoy. Un relato audiovisual sobre la diversidad de los vecinos, célebres y anónimos, inmersos en sus paisajes y acciones diarias. Ya en la tercera sala, las piezas donadas aparecen en cajas/vitrinas y dan vida a la línea de tiempo respetando los tonos de los núcleos temáticos. A su lado, cartillas plastificadas con testimonios de vecinos en primera persona y asociados a cada objeto.
"Me lo regaló mi suegra y cuando nos enteramos de esta propuesta, no lo dudamos y lo donamos", comentó sonriente María Correa Luna de Beccar Varela, junto al antiguo teléfono Estándar Electric, todo un símbolo ya que en esta casa funcionó el primer teléfono del pueblo.
"Invitamos a los vecinos a que se acerquen y participen, que compartan sus historias, que se instalen. Queremos que el museo sea una casa más de todos los que conformamos esta comunidad", dijo Christian Schwarz, licenciado en Ciencias Políticas, doctor en Sociología, vecino de San Isidro y nuevo director del museo, que en breve pondrá en marcha un programa educativo relacionado con las tres salas y diseñado en especial para las familias y las escuelas.
La valija de un inmigrante, un autorretrato de Guillermo Roux, camisetas de rugby, una gorra y traje de la nadadora Delfina Pignatiello, piezas antiguas de farmacias, zapatillas de baile de Cecilia Díaz, anotaciones de una las primeras parteras del pueblo, viejas boleteras de colectivos, juguetes de varias décadas, actas religiosas, cartas con matasellos. Todo contribuye para acercarse a un pasado en común, más allá de las diferencias, reconocerse, descubrirse y proyectarse.
"Impresionado por la minuciosidad en cómo está contada toda la historia. Los cubiertos, la ropa, increíble el detalle con que antes se confeccionaban las cosas -dijo Agustín Yañez, de 18 años-. Es conocer un San Isidro desde una óptica totalmente distinta".
"Las docentes solemos venir a este museo con alumnos y alumnas, pero me sorprendió gratamente esta propuesta -dijo Roxana Belluzzo-, porque revindica la posibilidad de respetar y mantener vigente las historias de San Isidro, de las más grandes a las más chicas".
Tres salas que nos llevan entre el pasado y el presente, un presente tan cercano como el cucharón que los jóvenes de Starte movieron sin pausa para servir comida a 410 personas por día durante la pandemia. "Por un tiempo dejamos el arte de lado y, cuando el mundo se detuvo, nosotros agarramos ese cucharón para darle de comer a la gente. Es un gran reconocimiento -contó Mariano Acuña, director de la ONG del barrio Santa Rita, en Boulogne-, no puedo explicar la emoción que me produce que esa pieza esté en exhibición".
Una visita imperdible en la que seguramente cada visitante descubrirá una anécdota.