Nota publicada online
"Guyra ka'aguy / Pájaro salvaje" se presenta en un contexto donde la homogeneización cultural amenaza con borrar las identidades locales, pero el arte de Mónica Millán se convierte en un bastión de resistencia. Su trabajo nos recuerda que la belleza no reside en la uniformidad, sino en la multiplicidad de perspectivas y expresiones que enriquecen nuestro mundo. Su trabajo en comunidad es otro de los valores que comparte la Fundación Santander, patrocinadora de la muestra.
Mónica Millán es misionera y su poética nace de las entrañas del monte que reconoce como propio. Un monte habitado por pájaros salvajes que le responden con sonidos tan cautivantes como lo es el guaraní. Una lengua íntima, dulce y llena de imágenes, esas mismas imágenes que habitan sus obras y que son parte de la naturaleza misma. Una naturaleza verde, húmeda y exuberante, llena de colores que empujan la tierra y se entretejen en sus bordados apropiándose de ellos.
Millán tuvo una infancia llena de tiempo feliz, criada por dos abuelas que le enseñaron a tejer y a bordar en esas interminables tardes de lluvia. Recuerdos de tiempos lentos y confortables que marcarían su camino de artista.
Estudió Bellas Artes en Misiones y pronto se interesó por la geometría, la abstracción y la teoría del color. Elementos que se repiten en cada una de sus obras. Parte de una imagen abstracta y, a medida que borda, comienza a relatar, “el propio punto de bordado es abstracto”, aclara. La geometría y lo orgánico -las flores y el paisaje mesopotámico- se unen en cada una de sus creaciones. En sus composiciones, con distintos tonos de color busca generar situaciones ópticas para atraer al ojo.
En su proceso creativo, la artista, parte de imágenes que recuerda, compone con telas que colecciona desde tiempos remotos, muchas veces las tiñe, las dibuja, las borda y finalmente las empalma. Todas son cosidas a mano y con puntadas que se noten, “todas son rojas”, confiesa, “para que se vean”. Un trabajo que puede apreciarse en la pieza central de la muestra “Soy un pájaro muy salvaje y me gusta la libertad”; una obra que le llevó seis meses de trabajo y de dónde surgió el título de la muestra.
Una gran pared de la sala reúne decenas de trabajos de geométricos de pequeño formato - algunas pinturas -una de ellas es una témpera del 82 que sorprende por su geometría dura-, sus primeros rompecabezas y varios bordados. “son geometrías blandas”, explica, “ya que en lo textil la geometría es imposible porque aquí no existe la línea recta.”
En otra pared reúne sus piezas desarrolladas durante la pandemia, cuando salió corriendo del taller a su casa con una valija llena de telas. Son pequeñas obras que cada vez despiertan su mayor interés: esculturas textiles blandas. Realizadas con sobrantes de telas y utilizando todos los recursos de la costura tradicional: pliegues, pinzas, frunces y rellenos; son un homenaje lúdico a la obra “la Cosa” de Rubén Santantonín artista a quien admira y a las que Millán llamó “Cositas.nada”.
“El vértigo de lo lento” es un proyecto que inició en el 2002 y que marcó su carrera artística. A partir de una beca de la Fundación Rockefeller, trabajó en un pequeño pueblo de tejedores del Paraguay, Yataity del Guairá cuna del tejido Ao Po’i -tela fina o tela angosta en guaraní- y del encaje Ju. Su trabajo de recuperación, identificación y recreación de tejidos tradicionales le permitió generar un vínculo muy fecundo entre creación artística, artesanía popular y lenguaje plástico.
Sobre una mesa se apilan cuidadosamente muchos de los trabajos de estas mujeres. “La realización de un mantel en esta comunidad lleva seis meses de trabajo” explica Millán. “Se siembra y cultiva el algodón, se lo hila y se lo teje en telar, se borda y se une a encajes que, a su vez, tejen otras tejedoras. Estos fragmentos van de casa en casa y las mujeres, al final del día, terminan lavando, almidonando y planchando estos manteles que aquí se exhiben.”
La segunda parte de este proyecto lo realizó, diez años mas tarde, con las veinticinco bordadoras del pueblo que deshilan las telas y con estos hilos vuelven a bordar. Este nuevo ciclo al que llamó: Barroco Ao po’i permite comprobar que en cada una de estas telas no queda ni un solo milímetro sin bordar.
A modo de bitácora, una vitrina muestra el proceso interno del trabajo, reúne libros antiguos con patrones de bordado, dibujos de sus bordados, sus diarios relatando el primer viaje, postales y fotografías de la flora de la región, el libro de la naturalista británica Marianne North y su Kesa -el vestido del monje zen- porque Mónica Millán es monja budista zen.
Como señala María Laura Rosa, curadora de la muestra, “como una viajera del siglo XIX, Millán −junto a las tejedoras de Yataity del Guairá− trenzan lazos entre el mundo material y el inmaterial, entre lo comunitario y lo individual. A través del arte textil, crean una cosmogonía que nos define culturalmente, ya que es concebido como aquello que vincula las búsquedas espirituales con las preocupaciones ecológicas, entendiendo que la naturaleza demanda ser protegida a través del resguardo e integración de la cultura y del ecosistema, ambos reservorios que nos identifican como humanidad.”
Mónica Millán trasciende con su obra fronteras culturales y comunidades, salvaje y libre, como es ella. ¡Imprescindible visitar esta muestra!
Mónica Millán. Guyra ka’aguy/pájaro salvaje en Fundación Santander (Av. Paseo Colón 1380), de lunes a sábado de 12 a 18.
Hasta noviembre. Gratis.