Nota publicada online
Alegre, potente y fresca, la pintura de Milagros Argüello trasmite, en cada pincelada, el pulso vital de la naturaleza. Parte del paisaje pero no se queda en él. Su mirada, como sus paisajes, es una mirada interior que indaga en la experiencia vivida y la transforma en una pincelada que delimita el contorno de una sensación profunda. Se percibe en sus pinturas una intensidad suspendida, cargada de sensualidad y magnetismo.
MaCP
Renacer
En el activo silencio contemplativo de Milagros Argüello algo destella y vuelve. Cada vez que miro una de sus pinturas tengo la impresión de estar asistiendo a algo entrevisto fugazmente en sueños. Algo que se manifiesta en plena oscuridad y perdura en una estela de luz durante algunos segundos. Como si los temas que revela su pincel tuvieran un origen en esa chispa de luz en la mente de la pintora.
Hay rastro de algo que vuelve en su pintura. Vuelven los jardines y los bosques. Vuelven a la memoria del pincel. Una tradición de la pintura regresa. Una historia del color y la pincelada.
Hay un rastro de historia en su pintura. Vuelve algo de la pintura en su pintura. Vuelven el oficio y el amor por el trabajo. Vuelve el color renacido en una mirada poética y vital del mundo. Vuelve silenciosamente, como siempre lo hace cada vez. Porque las visiones se cultivan así: en el silencio meditativo.
Miguel Ronsino