Nota publicada online
Se exhibe en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de Buenos Aires la muestra Max Gómez Canle. El salón de los caprichos, con la curaduría de Carla Barbero, que reúne trabajos del artista realizados desde 1999 hasta la actualidad.
Pequeñas pinturas, anticipan la muestra. Tenues, monocromas, casi imperceptibles, pintadas directamente sobre la pared en la antesala de su Salón de los Caprichos. “Son rastros de pinturas que alguna vez estuvieron y ya no están, fantasmas que quedaron prendidos a la pared”. Sutiles juegos del artista que dan cuenta de su chispa creativa. Así comienza este viaje a través de la historia del arte en el que Max Gómez Canle (1972) nos invita a sumergirnos.
Un horizonte de 136 obras de pequeño formato domina la enorme sala. En el centro, un inmenso telón de 11 metros por tres de altura, cuelga, tensado, desde el techo y apoya sobre una base que sirve también de banco, dominando la escena. Es un enorme paisaje pintado a la manera de Cándido López que alberga toda la muestra. La exposición es, en sí misma, es una obra y, cada obra, una ventana abierta hacia otros mundos posibles donde la pintura es la protagonista.
¿Por qué el Salón de los Caprichos? “Imaginé la muestra como un antiguo Salón de Pintura y, Capriccio -del italiano-, porque alude a todo lo que es de ocurrencia repentina, resultado de la fantasía”, confiesa este singular artista formado en la Pueyrredón y cuya obra es sólidamente conceptual y de exquisita factura. El recorrido, antológico, no es necesariamente cronológico, sino que se trata de encuentros narrativos.
Cada una de sus pinturas, tanto por la escala como por el nivel de detalle, invitan a acercarse y descubrir en ellas pequeñas historias. La obra de Gómez Canle tiene varias capas y el espectador puede acercarse por la narrativa, por la técnica o por las citas que generalmente refieren a la historia del arte; una galería de imágenes que va del Renacimiento al arte digital de nuestros días. Lucio Fontana, Roberto Aizenberg, Pettoruti, Raúl Lozza, son artistas que estudia y admira. Reproduce minuciosamente algunas de sus obras y las mete de lleno en su propia fantasía. Así es como un paisaje clásico pintado a la manera renacentista asoma a través de obras geométricas de Raúl Lozza, como es el caso de Intimista Perceptista del 2013.
¿Por qué el Salón de los Caprichos? “Imaginé la muestra como un antiguo Salón de Pintura y, Capriccio -del italiano-, porque alude a todo lo que es de ocurrencia repentina, resultado de la fantasía”, confiesa este singular artista formado en la Pueyrredón y cuya obra es sólidamente conceptual y de exquisita factura. El recorrido, antológico, no es necesariamente cronológico, sino que se trata de encuentros narrativos.
Las fantasía de Max Gómez Canle no tiene límites, se apodera de las paredes, las atraviesa y desde allí emerge su obra, libre y fresca. Como sucede con Buscando a Hichcock, dos pequeños óleos sobre tela enmarcados por la propia pared.
Una muestra imperdible que permite dejar volar la imaginación y espiar, a través de cada una de estas ventanas, acompañados del diestro pincel de Max Gómez Canle, la creatividad inagotable del universo del arte. ¡Bienvenidos!