Nota publicada online
Matide Marín participa, como invitada especial, de la XIII Bienal de La Habana, con la instalación Cuando divise el Humo azul de Itaca.La edición titulada "La Construcción de lo posible” puede visitarse hasta el 12 de mayo de 2019
Dinámica, curiosa y siempre atenta, Matilde Marín descubre en la cotidianidad pequeños signos que, sacados de contexto y pasados por el tamiz de su sensibilidad, se convierten en contundentes revelaciones de la condición humana. Reconocida grabadora, en los últimos años, Marín ha optado por la fotografía y el video como medios de exploración de la realidad, aprovechando el carácter testimonial y la fuerza que logra con sus imágenes, con lo que rescata significativas claves para entender nuestro tiempo. Es por esto que la obra de Matilde Marín es completamente atemporal y universal.
La naturaleza y el paisaje captan a menudo su atención; otras veces la vida urbana, expresando los quebrantos y las fracturas que las atraviesan. Así surgieron sus series “Bricolage Contemporáneo” -que narran las dificultades del 2001 en nuestro país-, “De Natura”, y “Proyecto Pharus” en el que documenta faros de los lugares más recónditos del planeta.
El humo fue también su foco de atención. Durante varios años Matilde Marín se avocó a una operación cotidiana de documentación, cada mañana al mirar los periódicos y leer las noticias del mundo. “Ahí vi como el humo estaba internamente ligado a la guerra, a los desastres ambientales y pocas veces a momentos gratos. Recorte humos durante varios años (alrededor de 80 humos) y como siempre hago cuando tengo madura la idea comienzo a trabajarla” revela y rememora la artista sobre el inicio de la obra.
Así surgió esta serie de los humos recopilados en el libro “El humo azul de Itaca”, presentado en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. En el formato libro de esta obra, el historiador del arte José Emilio Burucúa, apunta: “Matilde Marín captó la presencia constante del humo en las imágenes y en la vida de la humanidad durante la última década: quemazones naturales provocadas por los cambios globales del clima, incendios intencionales, bombardeos, erupciones de volcanes en Islandia y en la Patagonia, hechos todos que han brindado la ocasión para preguntarnos si acaso el paso de los seres humanos por la tierra no se está convirtiendo de modo irreversible en humo.
Del pasado nos llegan, sin embargo, otras experiencias del fenómeno, desde su manifestación en el sacrificio de las grandes religiones, acto sagrado por antonomasia, hasta su valor metafórico que aludió alguna vez a la acción del amor y de la ira en el fondo del alma. A partir de la Revolución Industrial, el humo dejó de ser una señal propicia: fue síntoma de contaminación del aire cuando no de caos y de anticipo del infierno. Las humaredas de Auschwitz han sido el remate de esa tendencia y el preludio feroz de nuestros temores actuales.
Matilde ha creado las representaciones y los testimonios visuales de las realidades, las pesadillas y los sueños que, asociados al humo, pueblan nuestro mundo”.
Sobre este proyecto, la crítica de arte Elena Oliveras señaló, “A partir de una idea inicial de Matilde Marín, quién captó la presencia constante del humo en las imágenes publicadas en la prensa grafica; nació este proyecto que habla del humo en la vida de la humanidad. El título destila poesía. Es la poesía del azul –asociado a cielo y a mar- que da vida a la tristeza del gris asociado al luto o a la muerte. Los autores aclaran que varias traducciones al español de la Odisea agregan el adjetivo azul al humo de Itaca que Ulises anhelaba volver a ver antes de entrar en su ciudad, antes de abrazar a su familia. Pero en realidad el adjetivo no existe en el original griego. Si bien observan los autores que “es un abuso romántico de los traductores”, se toman la libertad de incorporarlo por considerarlo “simplemente, una invención dichosa.
El humo no es bello (al menos si lo pensamos como belleza matemática). Lo bello, según lo concibieron los griegos, es medida. Precisamente el Doríforo de Policleto era el canon que daba la medida perfecta –bella- para cada una de las partes del cuerpo humano. Hoy, de modo prosaico tenemos –para el caso del cuerpo femenino- también una medida (90-60-90).
El humo, en tanto sublime, escapa a la medida. Es informe. Hoy podríamos explicarlo en términos de “fractal”. Pasaría con el humo lo mismo que sucede con las nubes o con la línea que separa -en la playa- la arena del mar. Siempre en movimiento. Siempre impredecible".
La instalación para la Bienal de la Habana se completa con la proyección ampliada del video Fábrica,una obra en la que se puede ver la demolición en el año 2005 del edificio 53 de la fábrica de Kodak donde se producía la película analógica. Imágenes de una implosión en la que culmina una era.
La obra de Matilde Marín, sutilmente silenciosa y vigorosamente femenina; sin estridencias, pero cargada de mensajes que atraviesan las pieles más duras, nos ayuda a reconocer nuestra propia esencia. Con cada nueva serie nos vuelve partícipes de sus búsquedas, para comprometernos como testigos del mundo cambiante que nos toca vivir. Y, como se trata de un work in progress, “El humo azul de Itaca”, seguirá su recorrido con el humo de que envolvió la Catedral de Notre Dame de París, un conmocionante día del mes de abril en el que todos estuvimos angustiosamente presentes.