Nota publicada online
Las pinturas de Mathias Mallmann expresan su fascinación por el cuerpo de la mujer, que esta vez volvió a ser tanto fuente de inspiración como “pincel viviente”. A la manera del francés Yves Klein -que en los tempranos años ’60 realizó performances en público con mujeres pintadas con color que se deslizaban sobre la superficie de una tela-, en esta nueva serie Mallmann guía a sus modelos para que impriman sobre madera sus cuerpos embadurnados con distintos colores y materiales.
Mallmann eligió Punta del Este, Uruguay, para conectarse con la belleza en sus diversas formas, aunque nació en Austria, fue educado en la Argentina y se doctoró en química en Alemania. Ya retirado de su profesión, que lo llevó a vivir en varios países, ahora Mallmann colecciona autos antiguos, cría caballos árabes en el Haras Tairona -que nombra a una cultura precolombina de Colombia, donde residió por años- y dedica sus mejores energías a la pintura.
La memoria de sus viajes también se encuentra en algunas de sus obras; por caso, una de sus pinturas, “Fantasía Inca”, también remite a la región andina que lo vio trajinar como exitoso ejecutivo. Su búsqueda de esplendor lo condujo al Círculo de Bellas Artes de Montevideo, y a talleres de artistas, para acceder a los medios formales con los que explora el lenguaje visual, concretando una de sus asignaturas pendientes: la pintura.
El proceso de composición de sus pinturas es una combinación de destrezas; Mallmann elige los colores -que pinta sobre los cuerpos desnudos- mientras su voz conduce los movimientos de las modelos, que finalmente se traducen en sugerentes registros. Así, como las huellas que dejan las figuras en la arena, los fragmentos del cuerpo dibujan gestos y formas que fusionan lo visible y lo invisible y descubren la esencia de la belleza.
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GM Global Management | Graciela Grisolia - Carolin Mallmann
Ruta 10 Km 163 - Paseo de La Barra Local 3