Hace unos cuatro años fui al Parque de la Memoria para hacer una nota: me pregunté ¿cómo apropiarse de ese espacio, de este río? ¿Cómo hacer obras sobre hechos que nunca el arte podrá mostrar con la misma intensidad y atrocidad que el hecho en cuestión?

Ayer volví por ese camino de rampas ascendentes del Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, una especie de herida zigzagueante y abierta. Había flores junto al nombre de Graciela Ivonne Vitale, de 20 años.

Lejos de la costa, sobre el río, Pablo Míguez mira imperturbable el horizonte. Su cuerpo de acero pulido refleja el agua. La escultura de Claudia Fontes es un retrato en tamaño real de un chico de 14 años, desaparecido en 1977. Pablo se mueve con el agua, por momentos tiembla, pero siempre se mantiene en pie. Es un golpe que deja sin respiración.

Hoy, en “El tiempo entre nosotros”, del director, dramaturgo, actor y artista visual Fernando Rubio, descubrí un modo de apropiarse de ese Parque, de hacerlo carne. Por estos días, Gabo Correa, devenido alter ego de Rubio, está viviendo en una casita de madera construida especialmente para él en el Parque. Con economía de recursos, la performance indaga en la memoria.

Roberto Jacoby compartió un video conmovedor de una conversación con su madre de más de noventa años, acaso 97 dijo. Allí se ve a la mujer mirando fotos, leyendo cartas que alguna vez fueron esperadas, anheladas. Escuchando nombres y anécdotas que se volvieron tan lejanas como ajenas: ya no le pertenecen ni le pertenecerán jamás. Es un video casero, íntimo. En esa adorable casita, algunos fuimos testigos de la charla entre Gabo y Jacoby. Fue pura espontaneidad, emoción a flor de piel: se habló de la memoria y el recuerdo como traición.

Gabo vivirá en la casa de madera hasta el domingo: habrá nuevas performances e invitados.

INFO:

Performance: viernes, sábado y domingo de 10 a 21 hs.

En la sala del Parque de la Memoria: Volátil Felicidad. Relatos inmateriales de los noventa. Curaduría: Rodrigo Alonso. Hasta el 7 de junio. 10 a 18 hs.