Nota publicada online
Mariela Martín presenta su muestra individual en el Museo de la Industria Azucarera de Tucumán.
¿Por qué Punto de giro?
En el cine, o en cualquier otro tipo de relato, “el punto de giro” es un acontecimiento que cambia la trama de la historia y hace que la acción sea impulsada en otro sentido. Por esto, el hecho de presentar una exposición de esculturas realizadas con mármol en una tendencia actual, y en una casa-museo que está dedicada a la industria del azúcar, es todo un giro para la escena del arte tucumano. Es que cada región argentina tiene su elemento y acá es el azúcar. No obstante, tal vez, no haya novedad más bienvenida que encontrar un espacio histórico dedicado al azúcar que acepte el reto de renovarse con la incorporación del arte contemporáneo. Esto mismo viene ocurriendo en la Argentina (y en el mundo) con otros lugares como la Manzana de las Luces, el ex Hotel de los Inmigrantes -hoy Centro de Arte Contemporáneo y el Museo de la Inmigración, sede Hotel de Inmigrantes, gestionado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero- y muchas otras instituciones que visionan a futuro y piensan en ofrecer nuevos conocimientos a las audiencias, los distintos tipos de público que visitan sus exposiciones. Esta es la importancia de las muestras temporarias porque atraen nuevos visitantes que, además de estar interesados en la colección del museo y su exhibición permanente, descubren prácticas artísticas a través de las que pueden acceder a experiencias estéticas e intelectuales nuevas. Con esta exhibición el Museo de la Industria Azucarera sostiene su impronta pero mira hacia la historia, no desde la historia, empezando a difundir el arte contemporáneo. Por eso cambia la trama de su historia e impulsa la acción en un nuevo sentido.
Es un pequeño pero audaz hito para celebrar que las esculturas de Mariela Martin convivan equilibradamente con el lugar sin alterarlo y apoyadas en un diseño expositivo que realzan las cualidades de las piezas. Partimos deliberadamente de esa premisa y creemos haberlo conseguido. También creemos que es posible trabajar en el siglo XXI con un material tan complejo, pero honesto, sin perder conciencia del presente. Porque la obra puede ser buena, trascender en el campo del arte, en el mercado, en la colección particular y, muy seguramente, sea una pieza excelsa en cualquier lugar que ocupe. No será una obra olvidada.
En el transcurso del siglo XX el mármol fue cambiando de escala. Viró desde la monumentalidad desplegada en obras arquitectónicas y escultóricas hacia la escala humana rotundamente. Luego, en algún intersticio del tiempo, surgió el fragmento como forma y la fragmentación como concepto. Ya no era necesario esculpir un cuerpo entero, o un busto, sino que se podía modelar una parte en particular y “la parte valía por el todo”.
En el mismo lapso, la abstracción cambió las reglas de la academia y pasó a convertirse en ese aspecto “impío” de la plástica que tardó varias décadas en desarrollarse. Mientras tanto, la figura humana se fue desvaneciendo y fragmentando cada vez más. La escultura como disciplina derivó, o se desplazó, como señaló Adriana Lauria (2012) en el objeto y en la instalación. Esto también resulta interesante porque en esta exposición estamos frente a unainstalaciónque definimos como puesta escultórico-escenográfica. Aquí tenemos un buen punto para explicar que la vuelta al mármol como material noble y en estado de pureza es toda una señal de la época, ya que todo retorno es un señalamiento de que algo queda pendiente, por lo que pueden existir nuevas maneras de mostrarlo.
Por lo general relacionamos al mármol con lo eterno. Esa es la primera idea que viene a nuestra mente. El mármol reposa detenido en el tiempo o, mejor dicho, el mármol es intemporal. El tratamiento de un material puro de manera directa es muy arduo porque se trata de generar la erosión controlada, a través de técnicas diversas, para conseguir formas fabulosas e impensadas. Hoy en día eso mismo podría hacerse con la Impresión 3D, técnicamente hablando. El avance tecnológico puso en jaque la producción manual o analógica, podríamos decir. Pero esa mano enguantada, que agarra la herramienta una y otra vez para sacar un poco más de piedra de la forma que persigue, no se rinde fácilmente. El escultor palpa, huele, ve y escucha el material. Entonces, ¿por qué el mármol no puede ser aún contemporáneo para el arte, si todavía tiene mucho para decir?
Por esto pensamos en el desafío que significa poner en vigencia un material tan ligado con el pasado. Un pasado que, sobre todo en Occidente, trasciende a través de sus obras de arte porque cuando nos hablan de mármol pensamos en lo antiguo o, lo clásico o, lo ornamental. Pero nosotros no somos tan occidentales. Nos atraviesa la historia propia de la región Latinoamericana que tiene trabajos en piedra, por supuesto. Las figuras y los símbolos que llamamos iconografías originarias se entrecruzan con los cánones heredados por medio de fragmentos de una cultura visual súper expandida y, de alguna manera, esto es una característica estilística de la época también. Asimismo, hay que tener en cuenta la manera de hacer la obra, o el estilo como lo define Oscar Steimberg (2013). Porque el estilo es personal, individual y corresponde al momento de la realización. El contexto de producción del arte es crucial para comprender lo que hace cada artista con el material que sea. Como dejó en claro Carlota Beltrame en el Manual Tucumán de arte contemporáneo (2011) “toda obra es hija de la época en la que fue creada”, y estamos frente a una producción realizada en piedra de la que hablamos contemporáneamente porque pertenece a nuestro tiempo. Algo que creímos inimaginable.
El mármol del siglo XXI
Pero esta muestra sugiere algo más: un planteo crítico y estético acerca de cómo re vincular al mármol con la contemporaneidad para reinterpretar su esencia. Conjugar el arte más actual, como lo estamos planteando en esta exposición, con una casa-museo como sala y un material como el mármol de protagonista no es una tarea fácil. En este sentido, la puesta en escena nos permitió armonizar el patrimonio con el arte reciente y que cada cual mantuviese su estatus. Entonces, decidimos proponer otra posibilidad de mostrar las obras ya que se trata de un museo temático, y también es una casa-museo sumamente prestigiosa para la comunidad. No quisimos corromper el sentido del espacio, ni re significarlo. Al contrario, trabajamos “con” el espacio, su dimensión, su aspecto, su textura y su identidad. Por eso intervino una especialista en escenografía como Cleo Martínez Castagnaro para diseñar específicamente lo necesario para exhibir las obras sin quitarle la esencia al lugar histórico.
Esta es una exposición antológica que reúne trece esculturas realizadas entre 2010 y 2022 con mármoles de Carrara, Travertino y Rosso de Verona y una obra hecha en bronce. También presenta algunas piezas que se encuentran en otros lugares pero que forman parte de la producción de la artista a través de un audiovisual.