Nota publicada online
“Geometrías en paralelo” reúne en la galería María Calcaterra pinturas, esculturas y tapices de diferentes épocas de dos grandes maestros que fueron pioneros en la Argentina.
No es “Geometrías en paralelo” -la muestra con curaduría de María José Herrera que desde hace un par de semanas llena de luz, rectas, ondulaciones y colores vibrantes las paredes blanquísimas de la galería María Calcaterra- el primer espacio de confluencia de María Martorell y Ary Brizzi, dos grandes artistas argentinos de la abstracción geométrica. Sus orígenes y primeras experiencias artísticas fueron por demás disímiles. Martorell nació en Salta en 1909 y Brizzi, en Buenos Aires, 21 años después. Martorell comenzó más bien tarde su carrera, a los 33 años, ya casada y con hijos, asistiendo en su provincia al taller de Ernesto Scotti, donde pintaba sobre todo paisajes y naturalezas muertas. Brizzi, hijo de un arquitecto italiano, recibió de su padre, cuando tenía apenas 15 años, las primeras enseñanzas de dibujo y perspectiva, completando luego su formación en las escuelas de bellas artes Manuel Belgrano y De la Cárcova. Sin embargo, no pasó demasiado tiempo hasta que sus búsquedas y las tendencias de la época los llevaron a coincidir en sus intereses, por lo que desde temprano en la década del 60 compartieron también espacios, un lenguaje y una visión común del arte, que ahora exponen con diferentes resoluciones estéticas en “Geometrías en paralelo”. Así, antes de esta y a lo largo de varias décadas -Martorell murió en 2010, a los 101 años, y Brizzi en 2014, a los 84- participaron conjuntamente en más 14 muestras.
La primera fue en julio de 1963, nada menos que en el Museo Nacional de Bellas Artes, que entonces dirigía Jorge Romero Brest, empeñado en la promoción de la pintura contemporánea y la conexión con los centros internacionales de arte. Fue precisamente Romero Brest quien convocó a Brizzi y Martorell a esa exposición consagratoria, llamada “Ocho artistas contructivos”, junto a Manuel Espinosa, Raúl Lozza, Eduardo Sabelli, Miguel Angel Vidal y Carlos Silva (nótese que Martorell era -nada sorprendente para la época- la única mujer entre los ocho). Los presentó con estas líneas celebratorias: “Así trabajan estos artistas constructivos, con esfuerzo y alegría de pioneros aún, a los que presento en acto de fe, a la par de figurativos y abstractos, informalistas y neofigurativos, que nadie es ajeno en este crisol, Museo de presencias, para honra de nuestro espíritu creador.”
Sobre ese momento de la producción de Brizzi enumeró en un texto la crítica e investigadora Nelly Perazzo algunos rasgos ahora visible en la muestra de Calcaterra: “En su primera etapa geométrica, utiliza con calidad recursos que le marcan una orientación definitiva: la afirmación de la bidimensionalidad del soporte, el inteligente manejo de la asimetría, la utilización del blanco y el negro para introducir un cierto dramatismo visual, la discontinuidad de las formas; las superficies impecablemente lisas, las agrupaciones de semejanza por posición, intervalo o actitud, el empleo de una nota disonante de forma o color”.
Martorell, por su parte, después de vivir dos años en Europa (1955/6), donde presenció los rumbos que artistas como Vasarely, Max Bill y Jesús Soto imprimieron al arte desde la geometría, definió en esa época su pintura con formas poligonales, líneas rectas y colores austeros, incorporando ya en los 60 la curva y los colores vibrantes. Las elipses y las ondas, el movimiento y el ritmo caracterizan sus series más representativas. Otra de sus busquedas es el arte textil. Combinó su estilo con influencias de obras de arte originarias de su región para aplicarlas en cartones realizados por artesanos de los Valles Calchaquíes.
“Geometrías en paralelo” recorre diferentes etapas y técnicas de los artistas: pinturas, obras en papel, esculturas y tapices que realizaron desde principios de los años sesenta hasta finales de los setenta en el caso de Brizzi y mediados de los ochenta en el caso de Martorell.
En su texto curatorial, María José Herrera repasa con detalle y profundidad la evolución de ambos artistas en su búsqueda a través de las décadas dentro del lenguaje de la geometría. “Un lenguaje -apunta- que, como todos, fue poco a poco incorporando 'vocablos' que lo hicieron tan accesible como en cierta medida lo fuera tradicionalmente la figuración. La luz, la representación pictórica de la luz, fue uno de ellos. Las escalas de valores, también llamadas degradé, irrummpieron en la obra de Brizzi y Martorell para desdibujar planos, convertir el color en atmósfera, negar la bidimensionalidad del soporte o lanzarse a un mundo de sugerencias visuales y simbólicas que antes si tidaban de naturalistas”. Y concluye, contundente: “La geometría nos acompaña hoy como la evidencia de un lugar de maestría en el arte argentino. Fue una tendencia que triunfó a nivel internacional, que se cargó de nuevos significados acompañando los tiempos pero que, esencialmente, habla desde la modernidad”.
“Geometrías en paralelo” está abierta hasta el 31 de mayo en galería María Calcaterra, José León Pagano 2649. Lunes a viernes de 11 a 19.