Nota publicada online
Se la considera pionera en toda una serie de proyectos que dan cuenta de su mirada vanguardista así como de su compromiso ético con la humanidad en riesgo. Sensible y a la vez profundamente aguda es su mirada de artista que podremos disfrutar en dos espacios de la ciudad.
Hace unas semanas Un mundo revuelto de Margarita Paksa (1932) inauguraba en Herlitzka +Faria, admitiendo un recorrido dinámico por varias de sus series, algunas no muy exhibidas. Como se lee en el texto curatorial, uno de los ejes creativos comienza en 1966 y se trata de su interés por el lenguaje que nos permite como espectadores y valiéndose de métodos precisos -como encriptar un texto o combinarlo como discurso gráfico mezclando códigos-, estimar su compromiso crítico demostrado “a través del análisis cuidadoso de texto y tipografía que el lenguaje, como abstracción, no es neutral ni del todo transparente.” Su trabajo siempre mantuvo una carga de compromiso sobre todo cuando se sale de las estructuras minimalistas, preguntándose luego de los sucesos del mayo francés: “¿qué sentido tenía expresarme con el minimalismo frente al momento de profundas revueltas que estaba viviendo el mundo y el hambre y la miseria imperantes en nuestro país?”.
Referente del Instituto Di Tella, fue una activa destructora de su obra cuando en 1968, frente a la clausura de las Experiencias de ese año por censura del gobierno de Onganía, donde todos los artistas hacen del acto de romper la obra una acción política, reivindicando la libertad de decidir por sí mismos. En la serie deEscrituras secretas, 1976 aparece un juego de encriptamiento del texto que desdibuja el gesto rebelde mediante el uso de material colorido sobre un soporte metálico, al respecto su mirada sobre esta obra se basa en una reflexión sobre la cultura global que los Beatles habían difundido sobre el decir que Sí “y en nuestra sociedad había que decir que no a muchas cosas. Eran cosas políticas, sociales, intimas también. Por eso elegía el término de escrituras secretas; lo escribía en secreto.”
Ojos ciegos, 1977 es otra serie poco difundida donde combina medios como el aerógrafo, la pintura acrílica y el grafito sobre papel artesanal, basándose en la cuadrícula constructivista y el alfabeto simbólico de Joaquín Torres García “para organizar un vocabulario de elementos intercambiables: caras enojadas y angustiadas, puños cerrados y manos extendidas, pechos dislocados, televisores, cepillos de dientes, semáforos y ojivas fálicas” dice el texto curatorial y aclara que los elementos funcionan como objetos dispuestos en la página como metáfora visual o “como palabras en una oración, como parte de una enunciación fragmentada y yuxtapuesta. Se trata de una visión más terrible que la suma de sus partes cotidianas.”
Dibujos Rorschach (1983) y La Guerra de Irak (2006) exploran las dimensiones de las guerras de Malvinas la primera y la del mismo título la segunda. En la de 1983 varios elementos se transforman en soporte de algunas ideas que rondan las visiones interpretativas de las imágenes duplicadas en los test de marras junto a una serie de mapas, números y fechas que configuran una especie de recorte del plano mental donde estos elementos producen un esquema de condensación donde una imagen o memoria que transfiere su carga a otra idea. En la de 2006 la superposición de textos con caracteres castellanos, árabes y hebreos, recortados y superpuestos, clausuran su comprensión y dan una visión de la de la confrontación y malentendidos culturales de esa, la primera guerra televisada y trasmitida como si no significara destrucción y muerte.
Interesante también es la exploración de obra tridimensional, como la instalación Avance urbano (1996) y Pisa Fibonacci II (2010). El juego de tensiones de la primera donde esa plancha pesada está amenazando con su destrucción a un exacto pedazo de tierra fértil, en la segunda una obra de neón construida como una geometría utópica a partir de la secuencia de Fibonacci un código común en la naturaleza o “un lenguaje de otro tipo” operando para construir una imagen poderosa que impacta en nuestra retina.
Dentro de la Semana del Arte y como uno de los homenajes a grandes artistas, aparece el proyecto que la artista ideó en 1967 Mesa Redonda. En esta recreación Esto es un Juicio, se toman ciertas libertades curatoriales encargando la escritura al dramaturgo, actor y escritor Rafael Spregelburd quien se “apropia” en espíritu paksiano junto a cinco “artistas-objetos” contemporáneos que hablan de manera indirecta: Diego Bianchi, Cecilia Szalkowicz, Marcela Sinclair, Alicia Herrero, Julián D’Angiolillo. El conjunto performático se completa con un grupo realiza preguntas en vivo ya pensadas y formuladas previamente en el guión. Inquiriendo y demostrando su actualidad, este proyecto revisitado nos sitúa claramente en la vocación de una artista que jamás salió de su compromiso creativo, usando muchas herramientas que le daba su tiempo y otras que intuyó claramente le serían dadas con la evolución de los medios.
Vayan a disfrutarlas!