Nota publicada online
La muestra, curada por la especialista Eugenia Petrova, recorre todo el panorama hasta las últimas pinturas de retratos, donde da cuenta de la vida campesina y sus singulares personajes geométricos. El Suprematismo es parte fundamental de la exhibición, con una amplia documentación sobre el nacimiento y el contexto del movimiento.
Siempre hubo una especie de devoción particular por Malevich entre los artistas argentinos. En parte porque vivió una época donde debió silenciarse e incluso fue arrestado, en parte porque hubo toda una generación que admiró el proceso revolucionario ruso y más, por la dimensión del suprematismo que llegó a difundirse muy rápidamente a partir de una de las obras mito que justamente ahora se exhibe en esta muestra. Cuadrado negro sobre fondo blanco de 1915 es una posición tomada ante el arte tanto filosófica como formal y merece unos comentarios.
Hubo muchas versiones del cuadro del que hablamos, pero la primera fue exhibida en la legendaria muestra 0,10 Ultima exposición futurista donde colgó 39 obras abstractas, tal como se ve en la foto (que se incluye en la muestra de Proa), junto a un pequeño folleto “Desde el cubismo al Suprematismo en arte, el nuevo realismo en pintura, hacia la absoluta creación”. Era el año 1915 y la secuela que había dejado un año antes Marinetti en su paso por Moscú, se advertía en el título de lo que sería la segunda y útlima muestra que contiene el germen del futurismo inoculado por el artista italiano de referencia. El paso estaba dado y Malevich antes influido por el cubismo, explicaba que "Las claves del suprematismo me están llevando a descubrir cosas fuera del conocimiento. Mis nuevos cuadros no sólo pertenecen al mundo". Ese nuevo mundo recodificado avanzaba imponiendo una reducción extrema de los elementos pictóricos basados en cuadrado, círculo, cruz y el plano puro como un sistema completo cercano a un lenguaje cósmico por su capacidad de emular las leyes generales del universo.
Al año siguiente edita un nuevo folleto titulado “Desde el cubismo y el futurismo al suprematismo, el nuevo realismo pictórico” donde ejemplifica las tres bases sobre las cuales se podía enumerar la nueva aportación que expande los límites del arte y que han dejado una influencia enorme en la pintura y la escultura: cubismo, futurismo y suprematismo. Lo explica de este concienzudo modo: “Marinetti ha construido un prisma y espera el momento en que los indígenas salvajes lo invectivarán. Otro que ha construido un prisma con un aspecto definitivo es Pablo Picasso, el prisma del cubismo; su suerte es idéntica. Sobre la base de los dos prismas de la ciencia pictórica he logrado construir un tercero, que llamo suprematismo. Ha caído sobre mi esclarecer progresivamente este prisma que supone mi trabajo principal en la ciencia pictórica”. Estas ideas se desarrollan en un texto denominado “La luz y el color” que se conserva en el Stedelijk Museum de Amsterdam, otro que junto con el Museo Estatal Ruso es quien posee la mayor cantidad de obras del artista.
El famoso crítico de arte ruso Dmitri Sarabiánov que profundizó el estudio de Kandinsky tanto como de Malevich, comenta que ambos constituyen un claro ejemplo de cómo la abstracción rusa permitió un avance de contenido tanto espiritual como científico. Los dos rechazan representar el mundo real como un objeto propio a reflejar por el arte pero mientras Malevich “convierte las categorías del tiempo y el espacio en signos simples”, Kandinsky usando su experiencia de paisajista crea otro espacio “condicional, fantástico que no pretende ser real, pero que al menos se puede ver”. Y agrega: "Cuadrado Negro no sólo retó a un público que había perdido interés por las innovaciones artísticas, sino que hablaba como una forma nueva de búsqueda de Dios, el símbolo de una nueva religión".
Algo de esta sustancia cuasi religiosa puede sentirse en la muestra de Malevich en Proa, mientras pasamos de sala en sala viendo sus inicios, influenciados tanto por el puntillismo como por los naives, hasta la gran sala donde tres piezas claves se demuestran en todo eso que acabamos de intentar contar en el párrafo anterior. Piezas que han influido notablemente en la historia del arte y que tienen cien años de hacerlo. Esa clave es uno de los fundamentos de este maravilloso esfuerzo llevado adelante por muchas personas con la decisión de Fundación Proa como verdadera proa de nuestra capacidad de incluir un repertorio internacional a la escena local.
La otra gran clave está en los maravillosos trajes de la mitológica pieza de ópera de 1912 “Victoria del sol” donde Kazimir Malevich junto a Mijail Maiushin y Alekséi Kruchóny estrenaron en Moscú. Esa pieza contenía todos los fundamentos que luego se desarrollarían con posterioridad, valga sólo decir que el sol era representado por un cuadrado y no por un círculo.
Finalmente, aunque hay mucho para disfrutar aún de esta retrospectiva, vale ver esos gestos donde el pintor obligado a reformular su enorme aporte por un sistema político que lo fue cercando, se resiste en pequeños gestos que pueden reconocerse en una firma de una de las piezas últimas, donde el cuadrado sigue siendo identidad. Insoslayable muestra que ya está haciendo historia en Buenos Aires.