Nota publicada online
Inaugurado en 2007, el Museo Lucy Mattos se insertó en la comunidad, brindando numerosas actividades de las que todos participan periódicamente y con gran entusiasmo.
“Un espacio de relax y de encuentro con el arte, con lo espiritual y con nuestro centro”, así define Lucy Mattos esta luminosa y espaciosa casa convertida, desde 2007, en museo privado. Un sueño largamente acariciado, hecho realidad.
Lucy Matos es escultora. Una actividad directamente relacionada con el hacer, con la fuerza y la decisión. Sus manos son las herramientas. Lucy siempre partió del modelado, la acción de amasar, acariciar, encontrar la forma, mas que desvastar. Durante muchos años necesitó estar “metida” en el taller largas jornadas creando sin descanso. Fue su hijo menor quien encontró este espacio en San Isidro donde Lucy podría exhibir sus obras y ubicar a la “Mujer árbol” –una escultura de tres metros de altura que tiene gran significación para la artista-. Desde muy chica la artista aprendió a compartir todo lo que tenía y así fue como, si bien la idea era tener su lugar donde mostrar, decidió reservar la planta baja de la casa para exposiciones temporarias dándole oportunidad también a otros artistas de exhibir su obra.
A Lucy le brillan los ojos cuando recuerda el día, hace ya 10 años, en que se abrieron las puertas de esta casa-museo. “Hacía diez años que no mostraba y la expectativa era muy grande e incierta”, confiesa. La muestra inaugural reunió cerca de 100 trabajos realizados en la soledad de su estudio.
La casa-museo Lucy Mattos, enseguida se insertó en la comunidad, brindando numerosas actividades de las que todos participan periódicamente y con gran entusiasmo. Es un museo vivo donde se estimula a los chicos a preguntar y tocar las obras.
Como mujer y artista apostó fuerte; como gestora cultural también. Todos los años inaugura con una muestra internacional de gran impacto que atrae a muchísimos visitantes que dura tres meses. Así se fueron sucediendo: Miró, cuya obra se conecta fácilmente con los distintos públicos e irradia su inmensa energía; Warhol que fundamentalmente atrajo a estudiantes universitarios; Dalí, que le demandó un enorme esfuerzo de gestión. Luego llegaron las muestras enfocadas a comunidades: Africa, con sus magníficos ritos y su historia entrañable y, este año, Japón que tuvo un éxito increíble ya que hay una comunidad muy importante radicada en nuestro país. “Siento que mi trabajo de artista se completó cuando pude ejercer esta actividad de interés social”, confiesa feliz.
Misionera de nacimiento, estudió en el Bellas Artes y la Pueyrredón. Siempre se interesó por la línea y la figura. Sus maestros y referentes fueron Enrique Romano, Antonio Pujía, Alicia Díaz Rinaldi y Juana Heras Velazco. Cuando comenzó con la escultura se sintió atraída por los grandes tamaños y así fue como comenzó a trabajar con la resina poliéster, material que además de ser liviano es traslúcido y le permitió incorporar el neón a su obra. Con el tiempo, Mattos desarrolló su obra fundamentalmente dedicada a la mujer y la reflexión del género frente a las circunstancias del mundo. A través del trabajo y exploración en diferentes soportes –desde dibujo a escultura en metal -, la artista conformó series como por ejemplo “El beso”, “Tango”, o “Libérate y vuela”.
El Museo Lucy Mattos es el resultado de una pasión modelada con amor al hacer, constancia y visión.