Nota publicada online

miércoles 19 de febrero, 2025
Lucila Gradín en Cott
Genealogía vegetal o despliegue cromático
Costa Peuser, Marcela
por Marcela Costa Peuser
Lucila Gradín en Cott

Hasta el 6 de marzo puede visitarse la muestra “Genealogía vegetal” de Lucila Gradín con curaduría de Florencia Portocarrero, en Cott Gallery, en el barrio de San Telmo.
 

Lucía Gradín nació en Bariloche rodeada de naturaleza; inmersa en la Naturaleza viva. Estudió Bellas Artes y se especializó en pintura. Lo de ella es el color. Sin embargo, su metodología desafía las narrativas tradicionales de la pintura occidental y va más allá, extrayendo el color de las profundidades de las plantas y lo “suelta”. Para ello, en algunos casos utiliza la corteza, en otros la hoja y en otros la raíz. Algunas tienen que estar secas, otras frescas. Más tarde, el ritual será el mismo: macerar, hervir, y dejar que ocurra lo que la artista describe como el encuentro “cuerpo a cuerpo” con la planta. Estas "tintas vivas” son con las trabaja el papel o la lana; siempre fibras naturales para cerrar el círculo.
En la última década, la artista ha colaborado con un equipo de homeópatas, curanderas y filósofas para recuperar saberes que honran a las plantas como maestras y guías. Un punto de inflexión en su trabajo fue descubrir que toda planta curativa también es tintórea, lo que la llevó a entender el color que emana de ellas como una onda expansiva de sanación. Y en esa dirección trabaja.
“Genealogía vegetal”, es su primera exposición individual en Cott Gallery. Lo que primero llama la atención es el color orgánico de las paredes. “A esta muestra la concebí como una instalación y es por eso que las paredes están pintadas con yerba mate”. Ante esta explicación de la artista, se entiende como los pigmentos de la yerba mate van dejando sus huellas y se abren caminos con distintas profundidades en la pared del espacio. Un texto completa la primera información. Se trata de un texto entre científico y poético con el que la artista nos abre a este nuevo mundo.

 
Yerba Mate:
Fue la ofrenda de la luna para las personas que habitan la tierra por ser creadoras de la música. Desde ese entonces es la planta maestra y sagrada de los países de América del sur. Se consume preferentemente, de forma colectiva ya que incentiva el diálogo y la comunión entre las personas. Nos reune en una charla onírica y espiritual, siendo capaz de detener el tiempo. Es diurética y energizante.
Energía cósmica: flora universal.

Durante todo el 2024, Lucila exploró para su obra los tintes extraídos de dos árboles nativos de américa: el Palo Brasil (paubrasilia echinata) y el Palo de Campeche (haematoxylum campechianum), y no por casualidad sino para denunciar cómo se instauró el capitalismo extractivo en Latinoamérica. Como puede leerse en el texto de la curadora, “sus historias revelan cómo la colonización europea convirtió regiones de “alta biodiversidad” en territorios extractivos, reorganizado drástica y violentamente la vida en nuestro continente. Impulsada por la alta demanda del tinte rojo extraído de su madera –que simbolizaba lujo en la industria textil europea– la explotación del Palo Brasil marcó la primera ola de ocupación portuguesa en el siglo XVI. El comercio de este árbol resultó tan lucrativo que los primeros comerciantes comenzaron a llamar a la región “Tierra de Brasil”, en referencia al intenso color rojo, dando origen al nombre actual del país. De manera similar, el Palo de Campeche, también conocido como Palo de tinte, fue intensamente explotado por los españoles en la península de Yucatán y otras áreas de Mesoamérica. Su madera era altamente valorada por producir tonos de púrpura, difíciles de obtener con otras plantas.
La transformación de estos árboles en mercancías globales tuvo consecuencias devastadoras: las comunidades indígenas fueron desplazadas y forzadas a trabajar en condiciones de semi esclavitud, mientras que el entorno natural sufría una severa pérdida de biodiversidad. Aunque la demanda disminuyó con la llegada de los tintes sintéticos en el siglo XIX, las cicatrices sociales y ecológicas persisten, y ambas especies siguen protegidas hoy debido a su histórica sobreexplotación.”

Sobre las obras:
A modo de horizonte, una línea de delicados papeles domina la escena. El despliegue cromático va de los azules a los lilas pasando por los rosados y rojizos, todo acentuado por un metódico bordado con lanas que dibujan las formas. Cuatro obras de mayor tamaño, íntegramente realizadas en lana -teñidas con este tinte vivo-, completan la puesta.

Lucila cuenta el largo y cuidadoso proceso en el que despierta el metabolismo tintóreo de las plantas para que sean ellas quienes 'pinten'. “Primero macero la corteza, después la hiervo y más tarde la cuelo. En este líquido coloreado, hiervo la lana. La cocino dentro de una cacerola. ¡Mi taller es como una gran cocina!”, asegura. "Con el papel lo que hago es diferente, derramo el tinte en una pecera y allí coloco el papel, unas 24 horas. En esas 24 horas el color corre porque el papel es secante; hasta que se calma. El tinte se absorbe de manera diferente y arma un dibujo. Dibujo que después bordo con las lanas procesadas."

Como artista le interesa desplegar estos saberes para pensar el color mas allá de su tonalidad, abordarlo desde lo que la planta, o sea la fuente tintórea, propone. "Asumir el color como una bomba expansiva de salud y conocimiento, desde sus capacidades tintóreas hasta el saber más elevado que la planta nos puede proveer.”


“Genealogía vegetal” nos abre al inconmensurable despliegue cromático que Lucía Gradín obtiene de su trabajo recuperando saberes tintóreos y curativos del maravilloso reino vegetal. Imposible no conmoverse.
 
 

 
Lucila Gradín
[palo brasil y palo campeche]
Tintes y mordientes naturales sobre papel y lana
75 x 50 cm
2024
 
 
Lucila Gradín
[palo campeche]
Tintes y mordientes naturales sobre papel y lana
75 x 50 cm
2024

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