Nota publicada online
Son el condimento necesario de los artistas para lograr un espaldarazo tanto económico como de consolidación de sus carreras. Han tenido que adecuarse a las variables económicas y poco a poco manifiestan sensibilidad frente a la paridad de género o el reconocimiento de las trayectorias. Un recorrido analítico para tener en cuenta este nuevo año.
Las artes visuales en nuestro país hay mantenido algunos señalamientos que dan destaque a artistas, a partir de su participación en distintos premios. Se trata de un viejo sistema del que salieron en su momento disputas entre academicistas e innovadores, creando logias de artistas que están completamente en contra de participar y ser ‘evaluados’ por un jurado, como están los que diseñan sus propias estrategias para cumplir con un cronograma de presentación que cada vez más requiere de tener obra, saberla explicar y documentar para poder hacer los envíos que en la gran mayoría ahora son digitales en la primera instancia. Pero no podemos dejar de reconocer que algunos premios han dado origen a una trayectoria que a partir de ahí se consolida plenamente. También es cierto que permiten evaluar a los que escribimos sobre arte, la forma en que se van renovando las generaciones de artistas, así como ver cuántos llegan desde el interior del país, así sean jóvenes emergentes como algunos consagrados, ya que no todos los premios tienen un cronograma de circulación que los lleva a las provincias. Haremos un recorrido por algunos de los más importantes para intentar un análisis.
Hace dos años, a partir de una serie de reuniones entre referentes del área se mejoró el sistema de premiación para artistas nacionales en el más antiguo sistema de premios nacionales que es el Salón Nacional con 108 ediciones. Fue necesario revisar los montos de los premios adquisición pues la escalada inflacionaria constante en nuestro país y la ausencia de un mercado fuerte que regule en forma paralela el valor de una obra de artista vivo, vuelve indispensable esa adecuación, al menos reconocida oficialmente. Por poner un ejemplo, los premios a la trayectoria que se implementaron suben el monto a 300 mil pesos. Pero luego apareció la cuestión de la paridad de género, un esquema que obligó no sólo a tomar en cuenta a las mujeres artistas sino a que la composición del jurado respetara el mismo cupo. Hay que destacar este programa llevado a cabo por la enorme militancia en favor de los derechos femeninos que colectivos de artistas instalaron en los debates, consiguiendo abrir algunos círculos cerrados. Aún así, hay variables que no terminaron de conformar a agrupaciones de artistas que discutieron públicamente la forma en que se integra el jurado del Premio Nacional o se designa la trayectoria de un artista. Pero, debemos destacar que esto no menguó la participación, que sigue alta y, ciertamente, se articula y amplía con nuevos actores que ingresan a la escena como empresas privadas, algo que no es novedad, pero viene sucediendo con éxito.
Para muchos artistas participar de una de estas convocatorias y salir seleccionado y luego premiado es un incentivo notable en relación a su carrera. Y siempre fue un espaldarazo acceder a un premio que implica ingresar en una colección nacional, o de un museo importante, o una fundación con historia. De toda esa oferta, vale contar que el monto mínimo de un reconocimiento alcanza a los 15 mil pesos (por ejemplo: Premio Único Monocopia del Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano) y el más alto es de la Colección de Arte Amalia Fortabat que trepa a los 320 mil pesos apenas más alto que los del Salón Nacional para la trayectoria cuyo monto mayor es de 300 mil. Algunos fueron especialmente para la fotografía, como el de Céfiro Arte que trepó a 60 mil pesos para una obra de tamaño no tan grande, que logró consolidar gente muy joven para entrar en la escena. Es que en términos de reconocimiento es indudable el valor que representan, pero en términos monetarios y si los comparamos con lo que se paga por copiar una foto en papel de buena calidad o enmarcar con calidad una obra, ese valor se licúa.
Si bien la pintura sigue alta en el ranking de montos cuando es adquisición, el dibujo ha crecido notablemente, registrando un alza impensable. Vale destacar que el Primer Premio de Fundación Jorge Federico Klemm, que no posee división por disciplinas, fue para Florencia Rodríguez Giles con una obra de 150 x 200 cm, un dibujo de gran calidad y muy sugerente en la imagen, que obtuvo 200 mil pesos. Tomando en cuenta esto, podemos decir que los premios a escultores son los que menos compensan la inversión del artista, pues implican un lugar donde trabajar en condiciones necesarias, traslado de materiales costosos y pesados, herramientas complejas y bien mantenidas y en muchos casos, uno o dos asistentes. Si sumamos estos costos, es muy probable que un premio de 200 mil pesos no compense, aunque implique un destaque.
La otra situación es el sistema federal para la participación, si bien Salón Nacional y Manuel Belgrano tienen como condición la residencia en el territorio argentino, el premio del CIF o el de Fundación Itaú designan jurados regionales para evaluar los envíos, lo que en cierta forma abre el sistema a una mejor evaluación. El de Fundación Itaú tal vez sea el más completo pues ha logrado sostenerse a lo largo de una década promocionado artistas jóvenes, que rápidamente se instalan a nivel nacional en varias categorías. Los jurados muchas veces se repiten, tal vez porque los referentes sean apenas un puñado de personas, pero sólo en dos casos, el Premio Azcuy y el Fortabat convocaron jurados internacionales de renombre como Mari Carmen Ramírez, portorriqueña y fundadora del Departamento de Arte Latinoamericano del Museum of Fine Arts (Houston, Texas), y Pablo León de la Barra mexicano y curador en jefe del Museu De Arte Contemporânea De Niterói (MAC de Niteroi, RJ, Brasil) en el Fortabat o Melanie Bouteloup (Curadora y directora de Betonsalon / Villa Vassilieff, Francia) en el Azcuy. De los nacionales, se repitieron Francisco Lemus en Klemm y Banco Central, así como Viviana Usubiaga en Banco Central y Manuel Belgrano.
Se puede seguir profundizando, pero baste decir que el 2019 se premiaron a más de doscientos artistas argentinos y esto no es poca cosa.