Nota publicada online

miércoles 12 de junio, 2024
Leila Tschopp
Pintura Inhumana en Arthaus
por Alejandro Zuy
Foto: Jorge Miño
Foto: Jorge Miño

La exposición de Leila Tschopp con curaduría de Mariana Obersztern se plantea como un trabajo que expande la pintura hacia el espacio de la sala hasta asimilarlo y crear con él un inquietante recorrido escenográfico catalizador de reflexiones. Puede visitarse hasta el 23 de junio.

Vista de Sala

En un presente que ha banalizado la provocación puede resultar inoportuno utilizar este término para comenzar a abordar una propuesta que tiene mucho de ella. De modo que, será necesario apuntalar su validez y precisar su pertinencia. El posible comenzar por su título: Pintura inhumana. El impacto que suscita no puede resultar indiferente, deja una huella en el espectador que crecerá y se ramificará en forma de interrogantes durante la experiencia en la sala; verse afectado por lo que se ha dispuesto en ella será una constante. No hay condescendencia ni pasividad posibles una vez que se está allí.
 
Rejas cuadriculadas que delimitan el circuito del espectador que se corresponden con una estructura que reduce la altura del techo, rincones cubiertos por la penumbra y paneles curvos conviven con las pinturas. La iluminación sólo se concentra en ellas. No hay posibilidad de visualizar el conjunto desde un punto en particular; siempre habrá que desplazarse. En las pinturas prevalecen los tonos fríos verde azulados acompañados por el gris y el negro, sólo objetados por un amarillo fulgurante, las formas geométricas, los colores planos, las perspectivas con reminiscencias metafísicas y siluetas que remiten al drama humano en un tiempo que parece haberse congelado ¿Qué sucede en esas escenas? ¿Quiénes son sus protagonistas? ¿Es posible identificarse con ellos? ¿Su paisaje subjetivo es análogo al que los rodea?

Una pintura no es un objeto cualquiera, incuba significados. Si un conjunto de ellas trastoca su disposición tradicional y se vale del espacio circundante y de otros recursos estructurales se convierte en una instalación. Las instalaciones dan cuenta de prácticas a las que apelan los artistas que funcionan como directrices de experimentación. Desorganizan hábitos y sentidos, hacen implosionar convenciones, involucran al cuerpo, a interrogar el acontecimiento desde sus registros y desde el encuentro con otros.
 
Desde hace algunos años las propuestas de Leila Tschopp se centran en las instalaciones. Pintura inhumana puede comprenderse en algunos aspectos como continuidad de indagaciones establecidas en trabajos anteriores como La casa de fuego - La casa en llamas (2023) o Hades en demora (2019) así como un paso inaugural hacia otras configuraciones posibles. En ellas ha articulado vínculos con la arquitectura, la escenografía teatral o la performance que suman capas generadoras de sentidos. Todas conforman para ella un extenso camino de investigación para pensar la pintura y desde ese lugar construir ideas de ambiente. Mundos ficcionales en arquitecturas reales; todos experimentales que se sirven de las preguntas que van surgiendo durante su proceso de creación.
 
En este sentido, según expresó a este medio, a Tschopp le interesa trabajar con curadores que no necesariamente provienen del campo de las artes visuales sino con interlocutores provenientes de otras disciplinas, como en este caso la directora teatral Mariana Obersztern, que puedan ayudarla a pensar cruces que desestabilicen su propio sistema y que expresen una amplificación de su mirada.
 
Pintura inhumana no sólo dialoga con lo que sucede dentro de ella sino con el afuera, con una época, pero no de manera directa sino como un eco, como una evocación; el afuera se encuentra presente en su ausencia. Los sentidos no se encuentran ceñidos, no se hallarán en ella respuestas conclusivas. Lo provocativo se localiza en su persistencia a la hora de generar inquietud, molestia y en enquistar preguntas que punzarán sobre la condición humana, sobre sus opacidades y su relación con la otredad.

Vista de Sala

 

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