Nota publicada online
En la muestra LMYLB, en la galería de Nora Fisch, los artistas exhiben trabajos sobre papel a propósito de un célebre relato de nuestra literatura.
Como en los clásicos cuentos policiales en los que el misterio se circunscribe a un cuarto cerrado y todas las respuestas y las claves para descubrir la verdad pueden encontrarse en ese microcosmos, la muestra LMYLB, que reúne a los artistas Leandro Katz y Leonel Luna, se reduce a un espacio limitado. La sala rectangular de la galería Nora Fisch, cuyas paredes son tomadas por los artistas para trazar múltiples conjeturas, indagaciones y pistas entorno a un cuento clásico de nuestra literatura, donde el visitante puede decodificarlas, a partir de piezas que retoman huellas del complejo universo borgeano.
Al ingresar al espacio, en una de las paredes, 18 pequeñas obras de Luna obligan al espectador a aproximarse para leer palabras que se despliegan por recorridos trazados en tinta sobre papeles recortados, enmarañados laberintos que conectan términos que cobran sentido a medida que se relacionan, como partes de pequeños árboles genealógicos. En la pared opuesta, los delicados trabajos de Katz, también sobre papel, aparecen plagados de símbolos, frases, textos, interrogantes, indicios e intertextualidades, y producen un efecto parecido de inevitable atracción e impulso a la búsqueda.
Y es que detrás de la aparente sencillez y sobriedad de las dos propuestas, unidas por un relato, se entrelazan y se adivinan múltiples temáticas, que a su vez provocan infinitas interpretaciones. El espectador se convierte en detective para desentrañar cada uno de los pequeños laberintos que constituyen las obras que estos artistas –cual investigadores “puro razonadores”- pensaron especialmente para esta exposición.
LMYLB es el título de esta muestra, que desde el vamos, pone al espectador frente a la idea de enigma y lo invita a descubrir a partir de un nombre misterioso cuál es la temática que reúne a estos dos artistas de amplia trayectoria en una exposición conjunta. Se trata de las iniciales del célebre cuento policial de Borges, La muerte y la brújula, que condensa elementos de la sabiduría griega, el misticismo judío, la Cabala, la numerología y las matemáticas. Los artistas trabajaron a partir del relato en forma separada, de modo que las obras “no son el resultado de una colaboración directa durante el trabajo, sino que surgen a partir del disfrute del encuentro entre dos mentes que recorren procesos de pensamiento en sintonía y se refrescan en la conversación con el otro”, se informa en el texto del catálogo.
Para Lönnrot, el detective que protagoniza el relato de Borges, la realidad puede prescindir de la obligación de ser “interesante”, pero no las “hipótesis”. Siguiendo esa línea, en esta muestra conviven múltiples conjeturas e “hipótesis interesantes”, las trazadas por los mismos artistas a través de palabras, rombos, arlequines, mapas, brújulas y diversos elementos que surgen del intrincado recorrido que dibuja Borges en su cuento.
¿Basta una brújula para orientarse? Si la esencia misma de un laberinto es circunscribir en el espacio más pequeño posible el enredo más complejo de senderos y retrasar así la llegada del viajero al centro o la salida que desea alcanzar, este instrumento terminará por ser inútil o fatal. Pero, ¿quién puede resistirse a un laberinto?
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Hasta el 29 de julio
Nora Fisch Arte Contemporáneo, Güemes 2967 pb