Nota publicada online
Una raíz abandona la tierra y en su final busca una bocanada de aire. La corteza de un árbol deja la savia que lo protege y cae a un incierto destino. Semillas y hojas se entregan al viento repentino que las transporta a un ocaso fortuito. Cada aparente final puede ser recíprocamente un inesperado principio.
María Victoria González recurre a objetos encontrados en un itinerario tan cotidiano y afectivo como azaroso y electivo. La aparición sutil de elementos naturales -fibras, simientes, rizomas, etc.- es utilizada para generar un universo de contenido sensible permitiéndonos un acercamiento a historias solapadas en esa cuidada paráfrasis visual que se propone abordar la poética de lo trágico, la herida de lo orgánico.
Amparada en una cuidada analogía vegetal, y a través de las posibilidades propias del grabado, la artista repara en el temor existencial de finitud.
Con inquietante estética se propone develar lo implícito en la dualidad del concepto estrato - sustrato para la construcción de un trazo sensible. La obra reunida en esta primera exposición individual está marcada por una sugestiva secuenciación de composiciones abstractas que se integran en una repetición tan lógica como lo cotidiano. En esta fecunda producción rescata el valor de lo sublime confrontando un tejido de ideas entre sedimento - esencia, como aquello que queda y eso que es propio para vislumbrar la particularidad de lo humano.
La artista experimenta en la técnica y consigue ponerla al servicio de la imagen que busca, o mejor dicho que encuentra porque sin dudas el hallazgo es un factor decisivo en su obra. Desde la captura directa del objeto, centra su interés en la forma que devela esa lograda trama de texturas con potente similitud de lo morfológico. Así, aporta belleza en la delicada tarea de indagar la relatividad entre ser y parecer guiada por las imágenes sugeridas en esa conmovedora búsqueda.
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Hasta mediados de septiembre.
Centro Cultural Nordeste -Arturo Illia 335, Resistencia