Nota publicada online

miércoles 23 de febrero, 2011
La lejanía revocada
por Graciela Distéfano
La lejanía revocada

El artista chaqueño Milo Lockett y mendocino Daniel Bernal se encuentran en una imperdible propuestas expositiva en el museo Killka Espacio Salentein, de Mendoza

“Transida de contingencia, esta aura aturdida, titubeante, iluminaría entrecortadamente sus propias contradicciones” Ticio Escobar
La estética kantiana fue la responsable de establecer la brecha entre el objeto y su contemplación, de marcar una distancia que aísle la forma y abra un lugar para lo bello, dice Ticio Escobar en un memorable texto en torno al benjaminiano tema del aura. De ahí se concluye que la búsqueda de la recepción colectiva y esta visión de la estética son incompatibles. Este conflicto nos da mucho para pensar sobre la apropiación de la cultura en la era de la reproducción electrónica. Y es en esta clave que creo puede plantearse la actual muestra del Espacio Killka.
Por un lado, tal vez, porque cuando uno va llegando el lugar genera una predisposición especial. El paisaje aparece como diseñado para la contemplación y el recogimiento; su arquitectura se entiende como un templo, los pasos resuenan amortiguados y el arte allí resguardado espera el desafío de las miradas. Si uno ya conoce la colección permanente, la repasa. Es, de alguna manera, inevitable. Y si es la primera vez y uno va sin guía, deambula respondiendo al antojo del laberinto y algún destello aureático cancela la lejanía.
En esta nueva edición de encuentro de artistas de diferentes procedencias la curadora Sara Uriburu reunió al chaqueño Milo Lockett y al mendocino Daniel Bernal. Una selección que implica dos importantes profesionales del arte, pintura figurativa y en aparentes antipódicas presencias. La clave: alta comunicabilidad en primer plano y en el trasfondo, guiños de la historia del arte conocida y universalizada. Casi una provocación a pensar el aura. En ambos el gesto de singularización actúa de manera diversa. El chaqueño impacta por la poética que roza lo indígena y popular, de una forma investida de arcaicas evocaciones rituales. El mendocino remite a un cruce de la cultura erudita con la mediática problematizando las imágenes canónicas.
Si algo agrega sello de legitimidad es el suntuoso catálogo con el que en cada edición se documenta la muestra en curso, y que además ofrece interesantes puntos de vista de personalidades de diversos ámbitos de la cultura. En la actual publicación, el escritor chaqueño Osvaldo Gómez realiza un análisis sintético y contundente sobre la obra de su coterráneo Milo Lockett y la recorre con profunda erudición. “Voluntad de verano perpetuo” titula, y aglutina las características en categorías claras y operativas: Lenguaje simple, Pregnancia, Gracia y Abundancia. Al cotejar con las obras no se puede menos que coincidir. La complejidad de lo simple nos remite inevitablemente a Dubuffet, como también que ese hallazgo- que caracteriza a Lockett- de la reminiscencia al lenguaje infantil, un bien logrado primitivismo con sus colores planos y plenos, sus arbitrarias perspectivas, no tiene otro nombre que pregnancia. Placer, atrevimiento, derroche. “Una máquina de matar el tiempo y de abolir distancias”… ¡sí! Basta verlo.
Como “Emoción clásica”, define el pintor Egar Murillo a la obra de su colega mendocino Daniel Bernal y da cuenta de la vigencia de la pintura “un género superlativamente clásico” y de cuya historia en el mundo occidental se apropia Bernal. Y Murillo se revela como un muy buen crítico, desde el ojo del pintorazo que es, a la asunción de una postura teórica que devela una ética y una estética presente tanto en la obra como en su propia escritura como objetivación del pensamiento. Tanto Bernal-expositor, como el Murillo-escritor no se privan del desafío de adherir a “arcaísmos ideológicos” como la lucha de clases o la defensa de la belleza.
Es ciertamente en Cambalache/Mixtura es donde Bernal sintetiza su propuesta expositiva, que se expande mostrando tanto su “talentosa manualidad” desplegada en pinturas que aluden a la violencia en sus múltiples manifestaciones: institucional, religiosa, social. El golf, como metáfora de deporte de élite que se metamorfosea en arma, ya sea basto (garrote) o espada es uno de los planteos de conflicto preferido del artista, que no renuncia al argumento utópico.
Y si de efectos aureáticos hablábamos y de función cultual expositiva, Kant y Benjamin se hubieran unido en emocionado asombro: de lo sublime natural queriendo ingresar al espacio revocando lejanías: un pequeño pájaro, equivocado, aturdido o atraído por el fulgor, sacudía sus alas contra el gran ventanal del oeste e intentaba ingresar a la sala donde el Cristo de Holbein era amenazado por las agujas de la catedral. El instante fue capturado por Jorge Mercado, el fotógrafo que me acompañó, y lo ofrecemos también a la mirada como un instante de magia adherido al juego perturbador del aura, entre la intimidad del espacio y una lejanía integrada a la mirada.
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Hasta el 28 de febrero
Killka Espacio Salentein (Bodega Salentein) - Tunuyán, Ruta 89 s/n, Los Árboles. Departamento

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