Nota publicada online
La temporada artística en Mendoza comenzó este año con numerosas exposiciones, que dan cuenta de un interesante contrapunto entre instituciones públicas y privadas.
Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana.
Mendoza: Vendimia y Bicentenario, un tiempo en que todos sufrimos los ataques de mnemotropismo. Nuestras miradas hacia el pasado son inevitables, como también hacia el más allá de los ejes hemisféricos que nos proveen de nuestro lugar en el mundo. La temporada estival que otras veces hemos criticado por apoltronarse en la inactividad, comenzó en alza y desde la primera semana de enero se vio un interesante contrapunto entre instituciones públicas y privadas.
Comenzó el MMAM con una muestra histórica, diseñada por el joven historiador del arte Pablo Chiavazza que aborda desde la investigación de los archivos las polémicas en torno a continuidades y rupturas en la segunda mitad del siglo XX. Las obras resultantes de las Bienales Municipales-
contextualizadas históricamente acuden a iluminar las relaciones con la historia, una excelente puesta patrimonial con fuerte fondo teórico. La
siguiente fue una excelente selección de la Bienal del Fin del Mundo, patrocinada por el Fondo Nacional de las Artes: El arte señala.
No le fue en zaga el ECA con Otro Sur, Otro Norte conjunto de exposiciones que reunió a fotógrafos mendocinos en un interesante diálogo nacido a principio del año pasado cuando Martín Santander (hijo de exiliados políticos en Bélgica) y Guillermo Olivencia, residente en Canadá propusieron
volver a Mendoza a exhibir sus obras, con sus visiones de esos mundo. Allí surgió la propuesta de la Escuela Mendocina de Fotografía para intercambiar enfoques desde lugares tan lejanos como Islandia y Argentina, tan otros, tan parecidos. Otro encuentro fue el de Vidas Sitiadas desde las perspectivas de los múltiples encierros, exilios interiores en que los humanos podemos depositar nuestras vidas. Y si así empezaba el año, lo que sigue viene temerario: Diálogo creador recoge las imágenes de 16 fotógrafos que participaron junto con música y danza contemporánea en una experiencia interdisciplinaria. Como expo central El Ojo de la Época que con la expresión de Baxandall acuña una muestra que apunta a narrar una historia de la mirada al último siglo, desde las obras provenientes del Museo de Bellas Artes de San Rafael, los premios del legendario Salón Primavera y del más cercano Salón Victoria. Estas dos expresiones de la legitimidad de la autoafirmación desde un aguerrido lugar del país que fuera un paraíso cultural- tanto que afirmara el escritor Angel Bustelo "Dios era sanrafaelino".
Y sus habitantes, siempre desafiantes no dudan en proponerse altas metas, como ahora el Multiespacio Pequeño Palermo, que albergó una interesante muestra de Luis Freire un joven artistas que con un "rejunte" de monocopias, dibujos, pinturas, objetos intenta mostrar dos realidades, la diversidad de disciplinas de un taller y la complejidad de la vida cotidiana en un lenguaje que interpreta la obra como objeto desacralizado al que su autor como un despojado trabajador, expone como mercancía en un almacén ese nuestro reducido mercado de arte.
Y un atractivo espacio es el de la Caja de la Salud, donde se advierte una importante inversión en el tratamiento de una sala de arte que va ampliando su espectro expositivo. Esta vez fueron Laura Valdivieso y Miguel Gandolfo, que marcaron una predilección por una estética de la belleza tanto en las esculturas de madera de él, como en las piezas de una rara orfebrería de ella constituyen una "poética musical abstracta" como dice Felipe Noé en su catálogo.
Y en honor a la memoria, José Scacco celebró en el Museo Fáder, decano de los museos mendocinos, sus 50 años con la pintura. Y para esto nos sirven los documentos: para constatar y contrastar realidades como el anuncio de muerte de la pintura que ocupó la tapa de una famosa revista de los años 60.