Cuando la palabra y las imágenes se conjugan se produce un efecto simbiótico que satisface a casi todos los sentidos. Esto es algo de lo que sucede con la nueva muestra que se presenta en Fundación Alon. Dos artistas juntan sus producciones y comparten, desde su amistad, sentimientos y emociones consiguiendo conectar dos formas expresivas: la poesía y el arte plástico.
En el caso de Fingueret su trabajo comienza desde la transición por una etapa difícil personal, conjugándose con un evento desafortunado en la vida de Kupfermic, cuando su estudio se inunda llevándose gran parte de su producción artística. Ambas artísticas parten desde un lugar común a rescatar aquello que parece haberse derribado y, poco a poco, con los esos fragmentos consiguen desarrollar un nuevo lenguaje, un nuevo despertar.
Con el proceso creativo como catarsis, estas artistas intercambian su arte y rinden homenaje a otros artistas que admiran: Elihau Toker y María Elena Walsh.
Con piezas escultóricas, objetos intervenidos, grabados de técnica múltiple, video instalación y poemas, esta muestra configura un universo de lenguaje auténtico, conjugando todos los sentidos e inspirando reflexiones para todos los públicos.
Algunas piezas se quedan en la retina de los visitantes, como es el caso de “la marca de muchos inviernos” donde un tronco muy particular se ha ido naturalmente  deshaciendo en formas circulares, casi convirtiéndose en papel por sí solo; el conjunto escultórico asciende en forma vertical y nos guía hacia arriba en un camino de lápices de colores que, en torbellino, desenvuelven la intervención humana de la madera en todas sus formas.
Por otro lado, fotografías intervenidas digitalmente muestran las manos de Kupferminc con texturas visuales y texturas reales; bordados en hilos de color transitan por encima de las manos dibujando flores y escribiendo palabras de Fingueret: “la lluvia es engañosa como la sangre, huele a sosiego pero brota sin permiso”. Tanto las manos como los bordados son elementos recurrentes en el trabajo de Kupferminc, quién apela a las manos para significar el recuerdo de escritores, y las agujas escriben en la piel como los números tatuados en los brazos de los judíos.
Objetos intervenidos como son las sillas aladas, también poseen reminiscencias de obras anteriores, mezclando materiales y texturas; en la pequeña pieza denominada “de principio a fin” la artista juega nuevamente con la relación entre la madera en estado virgen y su industrialización para el aprovechamiento cotidiano, los lápices se deshacen en despuntes de madera, sin saber donde comienzan o donde terminan. Las imágenes se repiten en una obra y en otra, en “sospechoso trío” las sillas aladas vuelven a aparecer y se funden con las texturas de los lápices a color. En palabras de Fingueret: “La vida Espuma, es un relato de las sensaciones y experiencias de dos mujeres, a que a partir de dolores individuales, descubren aquello que las impulsa a enfrentar las circunstancias de la con las herramientas creativas de las que disponen”.

Mirta Kupferminc nació en Buenos Aires y realizó desde 1977 más de 50 muestras individuales por todo el mundo; representó con su trabajo a su país en numerosas bienales internacionales. Su obra se encuentra en las colecciones más importantes de Argentina. Es autora del monumento a las víctimas del atentado contra la AMIA y miembro activo de la comunidad judía.
www.mirtakupferminc.net
Manuela Fingueret nació en Buenos Aires, hija de inmigrantes lituanos es escritora, periodista y especialista en gestión cultural. En su obra destacan la fuerte connotación porteña y judía. Ha escrito más de 20 libros entre novelas, poesía, relatos para niños y recopilaciones. Su novela “Hija del Silencio” ha sido traducida al inglés por Texas Tech University Press y su más reciente trabajo es “Ajo para el diablo” (Planeta, 2011).
www.manuelafingueret.com.ar

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Hasta el  27 de abril

FUNDACIÓN ALON PARA LAS ARTES

Viamonte 1465, piso 10