Nota publicada online
Curada por Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino, la selección de obras de artistas de los Fondos Regionales de Arte Contemporáneo, incluye fotografías, performances, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific y tematiza problemáticas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia, y el uso de materiales cotidianos como sustento, entre otras. Las instalaciones sonoras marcan una puntuación que amplía las dimensiones sensoriales del espectador.
Un contundente conjunto de piezas de artistas contemporáneos internacionales se expande por las salas de Fundación Proa interpelando nuestra visión, audición y presencia corporal, a través de un recorrido que propone un tiempo y un espacio tan fragmentados como compactos. Las 41 piezas provenientes de las colecciones públicas FRAC (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia, que poseen en total treinta mil obras) se agrupan casi con naturalidad –mérito de los curadores Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino– siguiendo y jugando con la estructura de la composición musical de la suite con sus movimientos breves de distinto carácter y ritmo. Un logro nada sencillo al considerar las muy diversas poéticas (con sus formatos –video, instalación, pintura, escultura, fotografía, arte sonoro, site specific– y planteos conceptuales) desplegadas en diferentes momentos históricos y por parte de artistas de variadas procedencias geográficas.
La muestra La Suite tiene, asimismo, el valor agregado de exhibirse en este tiempo de pandemia, lo cual supuso buscar soluciones para llevarla a cabo debido a las restricciones impuestas por la coyuntura. “Logramos concretar la readaptación de las piezas o del “ensamble” con un efecto impensado. A todos, incluso a los artistas, nos pareció mucho más interesante exhibir una obra nueva antes que repetir una pieza de hace 25 años. En algunos casos es una versión y en otros es una adaptación (…)”, explica de Vajay en una entrevista realizada a los curadores por Adriana Rosenberg, presidenta de Proa. Incluso, el contexto llevó a ampliar la significación del título, que puede pensarse también a partir de la expresión francesa “comment vient la suite” (“qué va suceder”) con toda su perspectiva de incertidumbre y de futuro.
Ingresar en la recepción (Preludio) de Proa es hacerlo al mismo tiempo a la hipnótica instalación del austríaco Peter Kogler, la cual transforma el ambiente por completo. Con este primer efecto visual y perceptivo pasamos a la sala 1 (Pulso), donde el video de la italiana Monica Bonvicini introduce el sonido a partir de los martillazos de una mujer sobre una pared blanca. A esta acción de destrucción se le opone el equilibrio de la gran rueda en bloques de cemento del artista francés Vincent Ganivet y la inestabilidad de los barriles sobre mesas oblicuas del suizo Roman Signer. La sala 2 (Scherzo) nos sitúa en una gran variedad de ritmos y experiencias físicas, visuales y auditivas con eje en el cuerpo. Las gradas vacías de la francesa Séverine Hubard nos enfrenta al presente con los espacios vedados al público. Cerca de ellas, de un contenedor de basura surge constantemente espuma blanca conformando una escultura orgánica, de Michel Blazy. A pocos pasos se exhiben tres videoperformances de la década del 70: la estadounidense Joan Jonas pone de manifiesto la tensión ser humano-naturaleza; la rumana Geta Brătescu aborda lo visible y lo oculto; y la chilena Lotty Rosenfeld plantea el cuerpo como denuncia política. Se encuentran, entre otras obras, el video de Clément Cogitore, las fotografías de Joel-Peter Witkin y la instalación de Shilpa Gupta.
La sala 3 (Andante) propone un espacio-tiempo de quietud con predominio del blanco, que nos acerca al silencio. Enseguida la mirada se posa en los enormes cubos blancos de Vincent Lamouroux y, al elevarla hacia el techo, descubrimos los ventiladores del mexicano Gabriel Orozco de cuyas astas penden y danzan tiras de papel higiénico. La pintura aparece en tres obras del argentino Víctor Florido y cerca de ellas nos atraen los poéticos destellos del video de la francesa Jennifer Douzenel, y más.
En la última sala (Paisaje reinterpretado), los trabajos abordan problemáticas ambientales. La pintura mural de Pauline Fondevila con la representación del Riachuelo en color negro, símbolo de su polución; el bosque con árboles mutilados (construidos con mangueras) de Laurent Perbos; las piletas de Céleste Boursier-Mougenot con un sonido producido por el sutil choque entre sí de las vasijas de porcelana debido al movimiento del agua. Y finalizamos con la imagen de esa enorme esfera rosada colgante y el candelabro deLa dulce utopíade Maurizio Cattelan - Philippe Parreno, con su alusión a un espacio de convivencia.
Otro acierto curatorial son los textos de sala, que guían al público ofreciéndole las claves de lectura de las distintas propuestas artísticas de manera clara y concisa. Cada obra integrante de esta suite nos introduce, así, en un universo específico del cual salimos renovados para sumarnos al siguiente, en una experiencia reflexiva y vital necesaria en este complejo presente.
Artistas que participan:
Artistas: Michel Blazy (Francia, 1966), Monica Bonvicini (Italia, 1965), Céleste Boursier-Mougenot (Francia, 1961), Elina Brotherus (Finlandia, 1972), Tom Burr (Estados Unidos, 1963), Jennifer Douzenel (Francia, 1984), Maurizio Cattelan (Italia, 1960) / Philippe Parreno (Argelia, 1964), Michel François (Bélgica, 1956), Víctor Florido (Argentina, 1976), Pauline Fondevila (Francia, 1972), Vincent Ganivet (Francia, 1976), Shilpa Gupta (India, 1976), Séverine Hubard (Francia, 1977), Joan Jonas (Estados Unidos, 1936), Peter Kogler (Austria, 1959), Vincent Lamouroux (Francia, 1974), Christian Marclay (Estados Unidos, 1963), Gordon Matta-Clark (Estados Unidos, 1943), Arno Rafael Minkkinen (Finlandia, 1945), Carsten Nicolai (Alemania, 1965), Gabriel Orozco (México, 1962), Laurent Perbos (Francia, 1971), Denis Savary (Suiza, 1981), Joel-Peter Witkin (Estados Unidos, 1939)