Nota publicada online
El 14 de abril se inauguró Prisma, una muestra conjunta de Juan Becú y Juan José Cambre, en simultáneo en dos galerías, Vasari y Alberto Sendrós, pero que también incluye de alguna manera el trayecto que las une.
Su curador, Leopoldo Estol, propone una exposición que abarca las obras que habitan temporariamente ambos espacios, y todo aquello con lo que podamos encontramos y pueda ocurrírsenos en ese recorrido de unas 9 cuadras, que atraviesa plaza San Martín, y se interna en el microcentro porteño. Durante la noche de la inauguración Estol invitó a un grupo de visitantes a ser guiados por él a través de la ciudad de un espacio al otro, una experiencia vital para adentrarnos en el universo de esta muestra.
Prisma se centra en el diálogo entre dos artistas de dos generaciones diferentes, entre sus obras, y la ciudad que las alberga. Los trabajos de estos artistas son formalmente muy diferentes, a primera vista el diálogo puede resultar incomprensible. Cambre presenta sus últimas pinturas: lienzos monocromos de distintos formatos y obras apenas figurativas en las cuales asoma sutilmente la naturaleza, serena y tímida. Estas obras parecen llevarnos a un tiempo otro, nos trasladan fuera de la ciudad, nos alejan del caos y nos dejan cuestionando los muros que nos rodean. En ellas prima el color, y la luz suave que atraviesa la espesura, difuminada, casi encandilada, como cuando se ha mirado fijamente el sol durante un largo rato.
Las pinturas de Juan Becú, en cambio, nos sacuden del sopor diario de la ciudad, y del letargo de la cotidianeidad. Y aunque igualmente orgánicas y reminiscentes de la naturaleza, no evocan la calma de las obras de Cambre, sino su fuerza incontrolable, como la selva que avanza sobre la civilización, sus obras de gran formato nos atraen hacia su interior. No es sólo la fuerza de la naturaleza lo que nos deja ver, sino la autenticidad del gesto artístico y todo lo que ello implica, cada pincelada parece ser el resultado de una pelea que Becú gana en el último segundo, agotado y casi sin aliento. Su paleta no brilla como la de Cambre, sino que se apaga agotada, pero triunfante.
Leopoldo Estol nos invita a debatirnos nosotros también entre estos dos aspectos de la pintura y de la naturaleza, dándonos un respiro de unas cuadras para reflexionar, antes de volver a adentrarnos en ellas.
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Hasta el 13 de mayo
Galería Alberto Sendrós, Pasaje tres Sargentos 359
Galería Vasari, Esmeralda 1357