Glusberg se destacó por promover eventos culturales que marcaron definitivamente su época, su gran pasión fue el arte y la vanguardia.

Su gestión como director del Museo Nacional de Bellas Artes marcó un antes y un después y, si bien fue polémica y controvertida, la realidad es que logró convertir el Museo en una fiesta con cada mega exposición que organizó, convocando público como nunca antes había sucedido.
A lo largo de su carrera presidió la sección argentina de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y fue codirector del Departamento de Arte de la Universidad de Nueva York. Creo el Comité Internacional de Críticos de Arquitectura. En 1986 fue distinguido con el Premio Konex en le rubro Estética y Teoría del Arte por su protagonismo en el campo de las artes.
Autor de numerosos libros sobre crítica del arte y arquitectura que fueron publicados en el país y el exterior, también fue corresponsal de importantes revistas extranjeras relacionadas a la cultura.