Ningún otro lugar podría haber sido mejor para esta instalación lumínica, interactiva y sonora creada por Jimena Fuertes y producida por Sandra Rojas. El agua rodea a la Colección Amalita; podríamos decir que es parte de su esencia. Hay momentos del día que sus reflejos juegan en las salas de este emblemático edificio y, ahora, la artista logró sumergirnos es su propio “Sueño líquido” al que alojó en la sala del segundo piso del museo. Allí podemos sentir ese movimiento suave que nos acuna y escuchar las profundidades del alma.

El agua seduce siempre, con la cadencia de sus movimientos y sus reflejos intermitentes. Tanto en su superficie como en sus profundidades, el agua nos conecta con nuestra espiritualidad, con nuestro ser vital. “El agua es esencial para el ser humano,” sostiene la artista, “nos trasmite paz, nos alegra y nos alimenta.” Cuando estamos sumergidos, nuestro cuerpo no pesa; nos sentimos equilibrados porque el agua nos ayuda a poner la mente “en blanco”, nos renueva y nos libera. 
En los últimos años, la obra de Jimena Fuertes se inscribe en la abstracción geométrica contemporánea; sus figuras danzan y destellan en las profundidades de este sueño. El sonido, otro elemento al que recurre en sus últimas realizaciones, tiene una intencionalidad precisa que es la de la toma de conciencia.
Jimena Fuertes nos invita a vivir esta experiencia inmersiva, este sueño líquido para detenernos y vivenciar un ahora real e imposible de no disfrutar pero, también poéticamente, nos advierte que el agua es un recurso que debemos proteger y defender.