Nota publicada online
Recorriendo las diversas galerías e instituciones presentes en la 11° edición de Expotrastiendas (La Rural, Buenos Aires, del 1 al 5 de septiembre de 2011), el visitante se encuentra ante a un hallazgo sorprendente, por la calidad de su contenido y calidez de su diseño.
Se trata del Museo Nacional del Grabado, un espacio un tanto olvidado en la actualidad del arte argentino. La propuesta de la Secretaria de Cultura de la Nación de hacer interactuar en la feria a un museo de estas características -que actualmente se radica en la sede de la Biblioteca Nacional- tiene como objetivo anticipar lo que será su refuncionalización.
Afortunadamente, se advierte una avidez de dar trascendencia a tantas obras valiosas y poco apreciadas, que surgieron de la colección particular de Oscar e Irene Pécora, quienes fundaron en 1960 el Museo del Grabado – con la intención de crear el primer museo dedicado en exclusividad a esta temática- y luego lo donaron al Estado en 1983, convirtiéndose entonces en el Museo Nacional del Grabado. Menciona en el catálogo Nora Iniesta, su nueva directora: "El Museo alberga obras de los más importantes artistas. Su patrimonio comprende unas 12.000 piezas, que incluyen grabados originales, carpetas, libros ilustrados con obras originales y libros de artista, como así también una importante colección de matrices -tacos xilográficos, planchas metálicas, piedras litográficas, etc.- y diversas herramientas de trabajo, entre las que se encuentran las prensas de Juan Carlos Castagnino y Luis Seoane".
Esta inesperada presencia en la feria invita a trasladarse a los principios del siglo XX y deleitarse con la audacia de los primeros maestros de la disciplina como Adolfo Bellocq, Pompeyo Audivert, Guillermo Facio Hebequer, Víctor Rebuffo; los dibujos y las pinturas de Pettoruti, Alonso y Seoane, que por otra parte destacan la contundencia del acervo de la institución. La atmósfera se torna exquisita con la imprescindible Aída Carballo, eximia maestra de grabadores, escoltada por otras mujeres artistas como Emilce Saforcada y Margarita Galetar, cuyos trabajos inquietan por su factura y detalle, pero son prácticamente desconocidos. Alfredo Benavídez Bedoya cierra la selección de obras con El asado de fin de siglo (1997), acertada visión contemporánea de nuestro país que revitaliza la vigencia del grabado. Este inconmensurable patrimonio gráfico de nuestro arte que atesora tantas piezas que carecen de visibilidad, probablemente en 2012, esté al alcance del público en su renovada sede. Para celebrar.
...............................
*Es licenciada en Curaduría e Historia del Arte, Realizadora Audiovisual e Investigadora.