Nota publicada online
Horacio Zabala vuelve a evidenciar esa alquimia entre lenguaje, imagen y objeto enHerlitzka + Faria. Hasta el 12 de junio.
Las salas tan limpias le sirven de marco poderoso a esta serie de obras de Horacio Zabala que van desde dos series de mapas escolares intervenidos, una singular tapa de diario que presenta una oclusión y parte de los juegos de hipótesis con monocromos. Esta muestra en Galería Herlitzka+Faria se centra en esta última idea, el monocromo, pero siguiendo una lectura muy interesante de Cecilia Fajardo-Hill quien, en su doble condición de venezolana y británica, establece relaciones interesantes con artistas latinoamericanos como los Penetrables de Jesús Soto (1923-2005); en los Parangolés y Relevos espaciais de Hélio Oiticica (1937-1980) o las Cromosaturaciones de Carlos Cruz-Diez (1923). Constelaciones de obras que aportan otra complejidad y un guiño a la vida cotidiana y popular y salen de las dos líneas que siempre manejó Zabala en sus textos, una tiene que ver con los ready-mades de Marcel Duchamp y el concepto relativo que envuelve la idea de la creación como una exploración, un descubrimiento, algo azaroso. La otra se basa en Kasimir Malevich y Alexander Rodchenko, con sus célebres monocromos que se apoyan en la idea de absoluto como creación desde la nada.
La serie Hipótesis comenzó en 2009 y se basa en relaciones sustanciales entre las partes que agrupan monocromos regulares junto a una serie de signos corrientes en las matemáticas y el lenguaje, lo dejó en claro en palabras: “las relaciones, dicen, transmiten, desvían, señalan, corrompen, contaminan, fraccionan, miden, conectan y ordenan las cosas, en el tiempo y en el espacio.” Se trata de provocar al espectador a partir de los propios intereses del artista de evidenciar su intencionalidad para orientarlo hacia lo que se ve pero, también “hacia lo que se piensa de lo que se ve” como reconoció en uno de sus textos recientes. El monocromo no ocupa un lugar preciso o absoluto, pero siempre está incompleto en un estado intermedio. Es cierto que a veces sólo podemos adivinar algunas claves, leyendo -sobre todo en las hipótesis- la secuencia de signos como la coma, el punto, el signo más o el del infinito para entender que van muy lejos sus posibilidades de enunciación, al punto que quedan plasmadas dentro de una serie inacabada que podría extenderse aún más.
Es que nos encontramos frente a un artista cuyo sentido crítico y su compromiso ético se ha mantenido intacto desde aquellos primeros pronunciamientos dentro del Grupo de los 13 liderado por Jorge Glusberg y el CAYC en los 70’, donde un elemento en “300 metros de cinta negra para enlutar una plaza pública, 1972” lleva un mensaje de luto volviendo visible una masacre como la de Trelew acaecida en esos mismos años. Un repaso por sus definiciones sobre el arte y sus obras vuelve a dar sentido a este nuevo recorrido. En 1973 publica Texto N° 1en una exposición en la galería Arte Nuevo donde aparece una afirmación que se mantiene: “Un lenguaje poético es un sistema de significación para comunicar ideas”, allí también aclaraba que dentro de este sistema se hace necesario combinar la investigación, las búsquedas por fuera de la especificidad del arte y una ideología clara. La idea era producir un arte crítico, pero no sólo en relación con los conflictos sociales sino también con respecto al arte mismo, a la especificidad del lenguaje artístico y poético, algo que su vasta producción conserva usando esa pulcra determinación por dar a cada material una idea que conceptualice un mensaje.
Zalaba considera a la palabra como uno de sus tres ‘materiales primarios’, a la par de la imagen y el objeto. En 1999 afirmó: "en mi caso en particular, estoy interesado en la imagen, el objeto y la palabra. Desde hace treinta años estos tres medios tienen el mismo peso en mis obras; a veces la palabra más que la imagen o el objeto. Aclaro que no hablo de la palabra como descripción de la imagen, ni la imagen o el objeto como ilustración de la palabra, sino de una conjunción especial y conceptual de los tres medios, que considero ‘materiales’. Para mí la imagen, el objeto y la palabra son tres elementos impuros y equivalentes que se contaminan entre sí”. Sobre sus contra-cartografías -como definiera la crítica Ana Longoni especializada en arte conceptual latinoamericano- hay algunas claves, se basan en mapas escolares y usan la combustión o la clausura de alguna parte como metáforas de una revolución “por acontecer” que campeaba por esos años en toda la región sur del continente. De la otra serie donde usa páginas de periódicos hay un ejemplar más que didáctico para entender su señalamiento, se denominaUn pronóstico sombríoy es de marzo de 1976, poco antes del golpe militar que derrocara a Isabel Perón por la Junta Militar. Se leen otros titulares que no han sido ocluidos por su impronta frenética de lápiz negro: ‘El plan económico de emergencia que comenzó a aplicarse, sin destino cierto’, ‘Izquierda no’ y ‘Hay nuevas incógnitas’. Muy pertinente para entender que nuestra propia historia nos lleva casi siempre al mismo agujero.