Nota publicada online

martes 30 de enero, 2024
Gumier Maier en el Bellas Artes
Salir del agujero interior
por Alejandro Zuy
Gumier Maier en el Bellas Artes

El Museo Nacional de Bellas Artes presenta la exposición Desde los márgenes. Gumier Maier en los 80, que rescata obra y militancia de quien fuera un agitador crucial y multifacético de la cultura argentina durante los tiempos inaugurales de la democracia.

“El arte, lo sagrado, se escurre de las pretensiones, adolece de fugacidad, se instala donde no se lo nombra” escribió Jorge Gumier Maier en un texto titulado Avatares del arte en el ya lejano 1989. Puede que el arte adolezca de fugacidad, no está aquí la intención de desmentirlo, pero sí la de subrayar la voluntad reunida en esta muestra para tratar de conjurar ese atributo.

 
Desde los márgenes. Gumier Maier en los 80, recupera cerca de 90 pinturas, dibujos, ilustraciones, fotografías, documentos y publicaciones realizadas durante los primeros años de la trayectoria del artista y activista fallecido en 2021. Se trata de producciones realizadas antes de que fuese el gran transformador la escena artística local a partir de su recordada gestión en la galería del Centro Cultural Rojas.

Lo exhibido en las salas del primer piso del MNBA es el resultado de una pormenorizada labor, comparable a un rastreo arqueológico, de la investigadora y, en este caso, también curadora, Natalia Pineau, que insumió años de entrevistas y búsquedas en archivos y talleres y que contó, además, con la imprescindible colaboración del equipo de restauración del museo a raíz del mal estado en que se encontraban algunas de las obras.

 
Los núcleos temáticos que despliegan la riqueza de un compacto período comprendido entre 1978 y 1989 puntualizan las técnicas, influencias e intereses de Gumier Maier expresados en imágenes, muchas desconocidas, al tiempo que alternan con su producción gráfica para diversos medios y con escritos críticos y militantes.
 
Huellas de las vanguardias y de artistas como Jean Dubuffet, René Magritte y Libero Badii se advierten en pinturas, collages y dibujos de fines de los setenta, mientras que un registro más realista se observa en los posteriores retratos eróticos de amantes y otros varones que cautivaron su mirada. Entre ellos se destaca Riky (1983), una obra en témpera sobre papel de escenografía que se expone en un espacio central. De este mismo año también son un conjunto de coloridos buzos y nadadores. En cambio, hacia fines de los ochenta el tratamiento de la figura masculina, más estilizada y sintética, se ve atravesada por la pintura metafísica de Giorgio De Chirico y de Lino Enea Spilimbergo, tal como pueden apreciarse en obras de gran envergadura realizadas con técnicas mixtas sobre soportes de papel o tela de tapicería en las que predominan los negros, blancos y grises.

La llave que significó la apertura democrática a partir de diciembre de 1983 dio lugar al despliegue de existencias que permanecían eclipsadas por una realidad peligrosa y enajenante. Fue así que el campo de posibilidades vitales se pudo expandir subjetiva y socialmente; aquello alguna vez marginal pudo comenzar a desplazarse hacia espacios de mayor visibilidad. En este sentido, Gumier Maier tuvo un papel activo en lo que fue la militancia gay, como por ejemplo en agrupaciones como el GAG (Grupo de Acción Gay) y en la revista Sodoma. Además, dibujos suyos aparecieron en publicaciones estadounidenses ligadas al movimiento homosexual como Fat Rag y My deep dark pain in love. Documentos de estas actividades así lo testimonian en esta exposición, al igual que los registros fotográficos de su alter ego, Brunilda Bayerla hija bahiana y travesti de Osvaldo de Bayer”, según sus cáusticas palabras. Con este personaje también desfiló en murgas del carnaval porteño en compañía de Humberto Tortonese, Alejandro Urdapilleta y Batato Barea, tres referentes clave de la “movida” artística y política-sexual de los años 80.

 
La otra vía de exteriorización de posicionamientos teóricos y artísticos que encontró Gumier Maier fueron las revistas que por entonces se comprendían cercanas a la contracultura. Críticas, en mayor o en menor medida, tanto del autoritarismo pasado, como de las contradicciones de los nuevos tiempos democráticos, Expreso imaginario, El Porteño, Fin de Siglo y Cerdos & Peces lo tuvieron como protagonista en calidad de redactor o como ilustrador.
 
Considerado desde la distancia que impone nuestro presente, quizá el paso de Gumier Maier por el arte argentino sea susceptible de interpretarse como fugaz.  No obstante, su legado, más allá de controversias pasadas, vuelve a cobrar vigencia. Sus orígenes, su mutabilidad y sus contagios se encuentran en una relación dialéctica con cada nuevo contexto intuyendo los caminos de otra sensibilidad más próxima al juego de la imaginación y a la celebración de lo fascinante. 

 

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