Nota publicada online


Sin dudas recorrer “Kuitca 86” es la cita obligada para valorar las piezas de un período basal. La selección de obras realizada por las curadoras Sonia Becce y Nancy Rojas, permite esclarecer la discusión en torno a las influencias, interacciones y fundamentos que forman parte de la práctica artística de quien busca en la pintura un lugar para sus obsesiones y es un referente indiscutido del arte contemporáneo argentino.
“La intención es hacer foco en 1986, con fugas puntuales a series icónicas inmediatamente anteriores y posteriores. La estrechez de la ventana temporal ‒una especie de inicio del Big Bang kuitquiano‒ trae al presente a ese artista jovencísimo que empezaba a encontrar en las nuevas pinturas, de una carga experimental altísima, un lenguaje muy propio en concordancia profunda con su época. Si el título Kuitca 86 enfoca, el subtítulo, De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones, amplía detalles sobre las pinturas incluidas, tanto las icónicas e insoslayables como muchas otras raramente o nunca exhibidas.” Dice Sonia Becce.
La figura humana abre y cierra el telón de la danza que aparece entre De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones; pero las camas, los teatros, los planos y las sillas están ahí, más en primer plano que nunca y anuncian a un Kuitca que continuará presente en sus futuras producciones. De todos modos el desarrollo de esta iconografía propia invita a indagar mas allá de la imagen que emana, su arte impacta en el modo en que elabora y “disemina” sus ideas y emociones. Cada serie agrupa experiencias diversas que obligan a reinterpretar la historia a través de nuestra mirada contemporánea. Y así lo explica Nancy Rojas: “El Kuitca del 86 nos invita a localizar la fuerza en los procedimientos antes que en los temas, en las variaciones lentas y en la táctica de la diseminación antes que en las transformaciones drásticas. Desde una perspectiva geopolítica y asumiendo la crisis del canon modernista del arte, la producción exhibida en esta exposición actualiza las lecturas sobre el entramado discontinuo que constituyen el arte moderno y contemporáneo. En este sentido, potencia la mirada del arte latinoamericano como una miscelánea de relatos parciales propensos a los derrames temporales que habilitan encuentros intergeneracionales.”

De la serie Nadie se olvida nada
"En 1982, Guillermo Kuitca pinta la serie Nadie olvida nada. El turbulento contexto político y social de Argentina -la guerra de Malvinas y los últimos años de la dictadura- se refleja tanto en el título como en la narrativa de estas obras. La serie incluye piezas de distintos formatos, creadas con materiales que el artista tenía a su alcance en ese momento. Como soportes de las pinturas utiliza puertas de placares y muebles de cocina de su taller, deteriorados por la humedad y la intemperie. También recupera pigmentos resecos de frascos abandonados, que vuelve a diluir para darles nueva vida. Aplica la pintura con pinceladas secas y rudimentarias en tonos apagados de rojo, verde y amarillo. En esta serie aparecen por primera vez dos elementos icónicos de su obra: la cama, representada con trazos esquemáticos y simples, que permanecerá en su repertorio hasta la actualidad, y la figura humana, presente en siluetas de mujeres de espaldas que, en su simplicidad, condensan una sensación de vulnerabilidad y aislamiento. ” Extracto de texto de sala
En un acrílico sobre cartón entelado de pequeño formato de 1982, aparece por primera vez la cama, figura única y central. En la elección de la paleta hay una conexión directa a "El dormitorio en Arlés" de Van Gogh, pero a diferencia de esta, Kuitca no pareciera realizar un retrato de su propio espacio personal, pero si transmite la misma intimidad y desolación. También forma parte de la exhibición la obra Sin título (Homenaje a Van Gogh) de 1989, obra que realizo tras ser invitado por la Fundación Vincent van Gogh por el centenario de la muerte del pintor “Kuitca creó una obra en diálogo con la emblemática pintura El dormitorio. En su interpretación mantiene la imagen de la habitación original, pero expande sus límites: duplica la cama y añade un durmiente, generando una espacialidad donde las voces del pasado y el presente coexisten en un diálogo continuo. La pieza establece vínculos directos con varias de las obras exhibidas en la exposición, e invitan a una reflexión sobre la representación del espacio doméstico. Este tema, recurrente en su trabajo, se evidencia en las pinturas que incluyen planos de viviendas.”
De la serie Mar dulce
“La serie El mar dulce, que Kuitca comienza a pintar en 1983, surge en un contexto en el que el arte da cada vez más importancia a lo performativo. Su doble rol como pintor y codirector de la obra teatral del mismo nombre, estrenada en 1984, consolido para el la unión entre pintura y teatro, un rasgo clave de estas obras y de su trabajo posterior.
En los cuadros de esta serie predomina el color rojo, acentuando la intensidad y la violencia de las escenas multifocales donde las figuras parecen atrapadas en situaciones de tensión extrema. Algunos incorporan escenas sexuales, lo que añade una dimensión de intimidad que contrasta y complementa el conflicto. Inspirado en su propio archivo visual, el artista plasma momentos de la obra teatral y referencias cinematográficas. Un ejemplo es el icónico fotograma de El acorazado Potemkin, de Sergei Eisenstein, donde un cochecito de bebe cae por las escaleras del puerto de Odesa. Aunque es una de las imágenes más impactantes del cine, para Kuitca tiene un sentido personal: imagina ese cochecito como el barco en el que viajaba Su familia, el barco que los trajo a la Argentina desde Odesa.” Extracto de texto de sala
De la serie Siete últimas canciones
Tras regresar de Río de Janeiro, donde había presentado una exposición individual en 1986, en solo unos meses creó la serie Siete últimas canciones. Estas pinturas, cargadas de dramatismo, exploran amores contrariados y traiciones a través de escenas intensas y personajes desgarrados. Su paleta cambia: los tonos azules, grises y celestes reemplazan al rojo, pero la tensión se mantiene. Una melancolía profunda y un aire de despedida evocan el clima emocional de ciertas canciones: pasiones irreparables, desencuentros y un tiempo que avanza sin retorno. El artista lo explica con una obsesión clara: "Quiero transmitir en mis cuadros la atmósfera de una canción. No se trata de contar una historia, sino de crear en la pintura la experiencia que deja una canción en otro idioma" Extracto de texto de sala
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MALBA: Kuitca 86
Curaduría: Sonia Becce y Nancy Rojas
De miércoles a lunes de 12 a 20h
Av. Figueroa Alcorta 3415
Hasta el 16 de julio