Nota publicada online
Una secuencia de imágenes que capturan las etapas de construcción del edificio reconvertido en el barrio de La Boca donde pone el ojo Gian Paolo Minelli, suizo de nacimiento y residente en el país desde 1999, para transformarlo en un verdadero archivo de la memoria.
La posibilidad de hacer un documento fotográfico que recupere las diferentes formas que va adquiriendo un proyecto arquitectónico en el barrio de La Boca y su relación con la Fundación Andreani, le permitieron a Gian Paolo Minelli (Ginebra, Suiza, 1968) recuperar un conjunto interesante de imágenes que podemos ver por ahora en línea en el completo y activo sitio web de la fundación.
La mirada de fotógrafo y su conocimiento de la historia del arte se conjugan con su capacidad de entender al arte como agente de transformación social, algo que singularizó el trabajo de uno de sus maestros, el genial Gabriele Basilico (Milán 1944-2013), quien a partir de la década del 80’ con una cámara de placa 6 x 6, se transformó en un retratista del paisaje arquitectónico, de las marcas que testimonian tanto una memoria como una transformación. Con la misma intención, que da cuenta de un carácter alejado del impulso de captar sólo para dar testimonio del ‘haber estado ahí’, Minelli recorre los entornos barriales intentando una aproximación a sus características especiales, a su historia, pero también a su gente.
Su obra construye una materialización temporal, un documento de lo que parece común y cotidiano al que su mirada transfigura en una composición plástica. Cada elemento captado por su cámara, que estaba ahí sin ser entendido estéticamente, pasa a ser parte de una composición donde aquel universo arquitectónico deviene en línea, color, punto y plano. Su llegada al barrio de La Boca es más reciente, pero trabajó durante una década en el barrio de Villa Lugano, rescatando los mismos aspectos con el agregado de que su trabajo, se asoció con otros gestores entusiastas y, en el año 2005, colabora con el colectivo Piedra buena Arte para recuperar el baldío que se encontraba en estado de descuido y dentro de una zona donde se habían concentrado los focos más problemáticos del Barrio Piedra Buena en Villa Lugano. Los galpones del Teatro Colón utilizados por el teatro como depósito para sus escenografías devinieron en el Galpón Cultural Piedra buen Arte activo desde entonces.
La experiencia de ese paisaje humano y urbano toma otra vez un barrio en 2014. Esta vez es La Boca, que el propio Minelli reconoce recorrer como si fuera un organismo vivo, ‘con sus arterias, sus centros vitales y sus puntos frágiles’. Parte de un trabajo de archivo fotográfico que descubre hitos y memorias, como el patrimonio arquitectónico del conventillo, hecho de madera recubierta con chapas, resistente en el tiempo, pero muy propenso a los incendios. La posibilidad de captar la transformación de un edificio abandonado en un proyecto del recordado Clorindo Testa, que el propio Gian había retratado antes, le sedujo plenamente. Y la Fundación Andreani habilitó para que pudiera estar presente en cada etapa de esa transformación. Así nace‘Coleccionar un mundo’, un documento de las tres temporalidades de la construcción donde se rescata no sólo lo que ya no existía, sino la manera en que se pasa de los vestigios de una cantina, a la demolición para luego sentar las bases de una construcción que ahora tiene una bóveda y no un techo plano. Ese deambular por el espacio mientras todo esto sucedía, dio para materializar tres libros y la muestra en sí, que tiene un agregado interesante porque se utilizaron las mismas maderas del encofrado para realizar los marcos de las fotos y unas mesas, muy simples pero eficaces, como parte de integración sensible entre tiempo, trabajo y entusiasmo por aportar un nuevo espacio dentro del barrio.
Así el Libro 1, toma el tiempo del reconocimiento en soledad de esos rastros que, como capas de historia, eran retratados por el artista como enfoques abstractos y figurativos, tan bellos como los dibujos de los mariscos que estaban en el techo de acceso o como los planos abandonados de un recorrido hecho por muchos durante tanto tiempo. Esas ausencias rescatadas en detalles que sabe muy bien ver un fotógrafo, es uno de los elementos de fuerza que tiene su plan como artista. En el libro 2 ya no se trata de un trabajo en solitario, porque es el tiempo de la gran modificación, la parte donde el equipo de obreros demuele, abriendo ese espacio oscuro al sol pleno, un momento mágico que deja entrar la luz donde no la hubo desde el inicio. Un momento de agitación, de cuidado por caída de materiales, de mucho polvo y recuperación de elementos como puertas y ventanas, retratadas el sol y agrupadas en espacios ahora baldíos, que se completan con el apuntalamiento de la fachada. El Libro 3 registra el paso del armado de los encofrados, cavidades ciegas que son receptoras del material para dar forma a la nueva estructura, que imprimen en esas maderas sencillas y normalmente desechadas, la huella de lo tangible de una construcción. El albañil y sus materiales de trabajo, aparecen por primera vez en esta serie, que se completa cuando se cierra con la cúpula actual el edificio que podemos recorrer virtualmente.
Un plan completo que puede visitarse en el sitio web de la Fundación Andreani y que será parte de la historia de la apuesta del grupo para que el arte siga siendo un agente de transformación social que reconstruya y reconfigure una identidad barrial.