Nota publicada online
En su Elogio de la profanación Gabriel Baggio pone en evidencia las mínimas instancias de intimidad familiar y privada que van construyendo una memoria tanto personal como colectiva. Con precisión y dedicación arqueológica, aborda el trabajo de rescatar los restos materiales de una historia familiar, para limpiarlos, procesarlos y hacerlos narrar sus historias. Y como un arqueólogo, luego de realizado todo ese proceso los carga con un aura de sacralidad al exhibirlos como testimonio de esas historias.
La variedad de formatos, técnicas y recursos que emplea Baggio, que abarcan desde videos de sus performances hasta pintura, cerámica o marquetería, no impide descubrir la intensa unidad conceptual de su trabajo. Al contrario, la enriquece, porque evidencia la densidad de sentidos superpuestos que interactúan en esa unidad.
Está la idea de que los lugares y los objetos que pueblan la vida cotidiana tienen una cierta carga de misterio. La cocina, el taller del maestro artesano son lugares donde la gente común manipula herramientas y materiales para producir pequeños milagros. ¿En qué momento, de qué manera, unos sencillos ingredientes se transforman en otra cosa; tan otra como una comida que dejará recuerdos durante el resto de la vida? Gran parte de la obra de Baggio surge de hurgar en esos misterios en un intento de decodificación.
También están los recuerdos, las herramientas, los procesos de aprendizaje, los maestros y las búsquedas. Y al mismo tiempo, está la integración a un mundo, como es el del trabajo artesanal, caracterizado por el ritual, la repetición del gesto, la combinación de la creatividad personal con un hacer basado en la reproducción de un modelo ancestral.
La muestra es una construcción compleja integrada por las piezas realizadas por el artista y obras que son el archivo de todas las instancias que atravesó para llegar a su producción. Así, al lado de las impecables piezas de cerámica y marquetería y las esponjosas pinturas en témpera sobre papel, aparecen un rincón del living de la casa de sus abuelos y los objetos que dan origen a sus recuerdos, como las pequeñas tramas de los bordados, las telas, los utensilios.
En el trabajo de Baggio hay un doble juego de profanación y sacralización. La reproducción en cerámica con lustre de oro de las herramientas del taller de carpintería de su abuelo, por ejemplo, las rescata de su invisibilidad y, de alguna forma, las transforma en reliquias.
Es así como en la búsqueda de desnudar los procesos y mostrar el origen de las cosas van apareciendo toda una serie de felices profanaciones no exentas de un amoroso respeto.
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*Lic. en Gestión e Historia de las Artes
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