Nota publicada online
Desde una mirada focalizada en estudiar las transformaciones necesarias para los museos del siglo XIX, Américo Castilla, actual Secretario de Patrimonio de la Nación nos acerca su visión de esta muestra en una de las más modernas instituciones de París.
Como en un cuento de hadas del capitalismo tardío, el empresario Bernard Arnault, cabeza de Louis Vuitton, le encomendó al arquitecto Frank Gehry que construyera un museo para la Fundación Vuitton nada menos que en Bois de Boulogne, el gran parque de Paris, a continuación del Jardin d´Acclimatation. Inaugurado en octubre de 2014, desde entonces el museo expone la colección de la fundación y al menos dos grandes muestras de arte contemporáneo anuales. Entre tanto dinero y notoriedad, y teniendo en cuenta que entre los 10 artistas más cotizados del mundo 4 de ellos son chinos, hasta el 29 de agosto puede visitarse una muestra de 11 artistas contemporáneos nacidos en aquel país que pertenecen ya a la colección de Arnault.
La arquitectura exterior es la gran protagonista del paisaje, reflejada en un espejo de agua y parcialmente cubierta por 12 pantallas de vidrio que provocan un juego de transparencias curvas que, desde la terrazas interiores, enmarcan como ventanas irregulares a las torres de La Defense y al mismo y fenomenal parque. En una de las salas se exhiben los bocetos e imposibles maquetas de Gehry que exigieron un trabajo de ingeniería casi sin antecedentes, salvo por el de sus otros desafíos monumentales en otras ciudades del mundo.
En las fotos que siguen, sin embargo, pueden verse las intervenciones efímeras que el artista francés Daniel Buren hizo para agregar color a las pantallas del arquitecto norteamericano. Sabemos que los franceses no toleran demasiado el protagonismo de América del Norte, pero los filtros coloreados de Buren quitan transparencias y abaratan el concepto límpido de la obra de Ghery.
El museo encomendó otras tres obras: a Olafur Eliasson, el gran artista de la luz; al consagrado Ellsworh Kelly para que intervenga el auditorio, y (sorpresa) al rosarino Adrián Villar Rojas con una obra en la terraza que se modifica constantemente por las plantas que espontáneamente surgen de los materiales orgánicos que la componen.
Los artistas chinos ocupan las 11 galerías que se despliegan en las 4 plantas del museo. Pinturas, esculturas, instalaciones y videos componen este recorte de arte contemporáneo de China, muchas de ellas verdaderamente monumentales, como las de Ai Weiwei, Huang Yong Ping y Zhang Huan. De este último el Gigante No.3, de 2008, es altamente conmovedor no solo por sus desusadas dimensiones sino también por las pieles animales que recubren y de algún modo aportan vida a ese Gulliver de dos cabezas.
Del mismo autor son las enormes imágenes horizontales construidas con cenizas que revelan su enorme talento y valentía para acometer y experimentar materiales. Xu Zhen se atreve con dos íconos patrimoniales reproducidos a escala, y los confronta violentamente: el Budha y la Victoria de Samotracia. La Victoria literalmente se sumerge de cabeza y anula la del Budha en esta digresión entre Oriente y Occidente. La pintura aún sobrevive y se acompaña con esculturas del mismo autor: Zhang Xiaogang, frecuente representante de China en bienales internacionales.
Los distintos videos e instalaciones de artistas como Yang Fudong o Cao Fei nos invitan a ingresar a mundos de ensoñación o virtuales como el de Second Life con un despliegue tecnológico tan poderoso que amortigua el contenido. En cambio otros videos más tradicionales, como el de Zhou Tao, muestra los ejercicios matinales y desfiles militarizados de los obreros y empleados de empresas chinas que no por paródicos dejan de dar señales del severo control de las individualidades que se ejerce en ese país. Esa contradicción entre desparpajo, libertad creativa y control social es quizá una de las razones por las cuales muchos de los artistas han decidido radicarse fuera de China.
Otra señal de los tiempos europeos también se hace visible con la presencia de este nuevo museo de propiedad privada en un parque público. A metros del edificio de Ghery estaba el Museo Nacional de las Artes y Tradiciones Populares, fundado en 1937 por Georges Henri Riviére –el gran pensador de los museos franceses- dedicado a la vida rural y culturas del XIX hasta los años 60. A la muerte de Riviére el museo fue clausurado y sus colecciones en 2013 viajaron al museo de la Civilización de Europa y el Mediterráneo, en Marsella. Los carterazos de Louis Vuitton parecen haber ganado la batalla aún en un país tan marcado por la cultura del Estado como Francia.