Nota publicada online
La exposición en la Fotogalería del Teatro San Martín, bajo la curaduría de Andy Goldstein, presenta hasta fines del mes de mayo una importante cantidad de retratos de destacados fotógrafos argentinos tomados con una cámara Holga.
La Fotogalería del Teatro San Martín, ahora con la conducción de su nuevo director Claudio Larrea, renombrado fotógrafo que se ha propuesto retomar el legado de la fundadora del espacio, Sara Facio, ha inaugurado la temporada 2024 con una exposición que reúne a una selección de profesionales pertenecientes a distintas generaciones de esta disciplina.
Fredy Heer (Colonia Esperanza, Santa Fé 1947) abrazó desde muy joven la fotografía guiado de la mano de su padre, un ex laboratorista del fotógrafo Fernando Paillet quien documentó la vida de los colonos en su provincia natal. Ya adulto y en Buenos Aires se relacionó con artistas plásticos, trabajó para medios gráficos y expuso una serie de retratos de célebres escritores en el Centro Cultural Recoleta.
Durante un viaje a Nueva York en el año 1997 adquirió una cámara Holga. Este tipo de cámara analógica, confeccionada en plástico, es de origen chino y fue creada como una opción accesible para la clase trabajadora. Rudimentaria en cuanto a sus características técnicas, tiene un formato de película 120 y lente de 60 mm. Heer valora de ella su simpleza y la gran posibilidad de intervención por parte del fotógrafo, al tiempo que ofrece un importante margen de contingencia y juego. Según el mismo expresó “es una maravilla esperar el resultado que nunca es igual”
Al ingresar a la sala la primera imagen que es posible observar es un autorretrato. En él Heer aparece con su torso cubierto por una camisa blanca, unos anteojos festivos, en cuyos reflejos se puede adivinar la silueta de la Holga y una corbata de la cual emerge una figura de la muerte. Se trata de una muestra de humor negro claro está, pero también delata una forma de ironizar sobre su condición de salud ya que hace dos años fue diagnosticado con ELA (Escleroris Lateral Amiotrófica). No obstante, a pesar de las dificultades que esta situación conlleva, su trabajo no se detuvo y además de esta exposición el autor tiene otros proyectos en vista.
Los más de 60 retratos en blanco y negro que componen Fotógrafos Contemporáneos están dispuestos, en su mayoría, en forma lineal y en una pared en particular, en dos filas que se alternan de manera escalonada. Las dimensiones son idénticas en todos los casos –excepto por el autorretrato arriba citado- lo cual crea en la sala un clima de uniformidad general sólo alterado por una vitrina ubicada en el fondo donde se encuentran dispuestos varios ejemplares de estas cámaras, libros, negativos y credenciales que atestiguan la amplia trayectoria de Fredy Heer.
Las imágenes muestran a los fotógrafos en forma distendida, ya sea en un primer plano de sus rostros o mostrándolos de cuerpo entero como si la camaradería profesional hubiese derivado en una sucesión de momentos íntimos e inefables. Podemos encontrarnos aquí con una reflexiva Sara Facio, con un sonriente Esteban Pastorino o con los muy relajados Marcos López y Eduardo Longoni entre otros. Un detalle muy interesante que se presenta en gran parte de las tomas es la disposición de los brazos de los retratados que parece evidenciar, más allá de la intención de lograr una composición equilibrada, la ausencia momentánea de una cotidianeidad operativa ya que se encuentran sin su instrumento de trabajo entre sus manos.
Lejos de la parafernalia que implican los equipos más sofisticados de las grandes e históricas marcas, la austeridad y las limitaciones de una cámara como la Holga igual pueden transformarse, gracias a quienes se consustancian seriamente con ella, en imágenes que persiguen lo esencial, en anacronismos que se filtran entre las corrientes de la obsolescencia del presente y lo resisten.