Nota publicada online
En el mes de la mujer, destacamos las exposiciones de dos artistas separadas en el tiempo, pero unidas por su interés y pasión por el lenguaje fotográfico: Grete Stern (1904-1999) y Gaby Messina (1971). Sus trabajos se exponen respectivamente en el Malba y el Centro Cultural Recoleta.
Grete Stern. Los sueños 1948-1951
Una cosa es el sueño en sí y otra cosa el relato del sueño. En la noche el inconciente asalta sin avisar, durante el día, la cabeza ordena o por lo menos hace el intento- aquella historia carente de sentido. Esto es -grosso modo- lo que sabemos a partir de las teorías de Sigmund Freud, desde que publicó su célebre Interpretación de los sueños en 1900. El psicoanálisis se popularizó en la Argentina muy rápidamente, en el período de posguerra, en la revista Idilio había una columna a cargo de un prestigioso sociólogo, Gino Germani; se llamaba "El psicoanálisis le ayudará", eran las respuestas de las cartas que las lectoras mandaban pidiendo que se aclaren sus sueños.
Germani le pedía a Grete Stern, alemana formada en la Bauhaus, que le creara imágenes con una técnica entonces novedosa que era el fotomontaje. Tomando partes de fotografías preexistentes Stern componía escenas parecidas al "encuentro casual de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de
disección", definición de belleza de los surrealistas. Estas "fotos-del-relato-del-sueño" confluyen la serie "Los sueños 1948-1951" exhibidas el Malba. Una mujer acosada por un tren con cara de tortuga, o una diva conducida por un chofer-jirafa en un descapotado son algunas de las fotos en pequeño formato de una artista gigante.
Hasta el 12 de abril, en MALBA, Av. Figueroa Alcorta 3415
Gaby Messina. Lima Kilómetro 100
Cuando vimos "Paris, Texas", el film de Wim Wenders, muchos pensamos en juego geográficos, como "Londres, Catamarca". Gaby Messina altera un poco las reglas con su "Lima, 100 kilómetros", la cifra reemplaza a Buenos Aires y naturalmente anuncia la distancia entre ambas localidades. No estamos en la capital peruana, sino en una localidad muy próxima al centro nuclear de Atucha. Durante unos dos años la fotógrafa visitó semanalmente el pueblo de 10.000 habitantes. El lugar era como el inconciente humano explorado por los "Sueños" de Stern, al principio cerrado y esquivo, luego con algo de confianza y paciencia se fueron abriendo las puertas. Como si recreara aquel ciclópeo Atlas Humano de August Sanders, Messina fue construyendo un universo más cercano a una novela de Manuel Puig que a la grilla taxonómica del alemán. Las fotos son puro color, pura humanidad y algo de desconcierto, valga como ejemplo la escena con paredes bien azules, sillas y mesa de bar y dos hombres de torso descubierto iluminados por una ventana filtrada por un cortina de plástico anti-moscas. La nota aguda está en el parroquiano calzado con alpargatas negras y sus canas ajustadas por una vincha con
orejas de conejo (¡!). Hay una muestra en el Centro Cultural Recoleta y un libro editado con todas las fotos de "Lima, 100 kilómetros".
Hasta el 4 de abril, en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930