Nota publicada online
La muestra de pinturas de Arnaiz, se presenta en Jorge Mara-La Ruche hasta el 3 de agosto.
A primera vista, frente a varias de las pinturas de Carlos Arnaiz expuestas en la galería Jorge Mara-La Ruche, pensamos en flores y en el alegre colorido que es capaz de ofrecernos la naturaleza. Y estamos en el camino correcto. Más cuando advertimos que el nombre de la muestra es Flora y, como todo título, constituye una clave de lectura. Pero hay bastante más para descubrir, pensar y percibir sobre estos trabajos de los últimos tres años. En el inicio de cada obra hallamos la mirada del artista escrutadora del mundo, que lo lleva a detenerse en formas como la de una ostra, un caracol, raíces, hongos, los caminos delineados por las hormigas, entre otras. Así nutre su creatividad y plasma en el papel otras formas –inspiradas por aquellas- logrando una composición meditada a la cual suma colores.
Mientras en una de las largas paredes de la sala expositiva de la galería encontramos óleos de gran colorido, en la pared opuesta hay otros, cuyo cromatismo abarca una gama de grises. En ambos conjuntos predominan líneas curvas que se yuxtaponen, aproximan o superponen. Sin embargo, la diferencia cromática lleva a la imaginación a pensar en distintos motivos. En las obras de gran cromatismo –verde, rojo, celeste, azul, amarillo, fucsia, entre otros- nos parece advertir un mundo de pétalos. En los óleos grises, en cambio, las formas se vuelven un poco más abstractas aunque, en algunos casos, pensamos en un paisaje, entre otras posibilidades.
En 2003, ya vemos en Arnaiz la irrupción de este universo formal y de muy intenso cromatismo, de una estructura compositiva con un plano de fondo segmentado y geométrico. Con el tiempo, esas divisiones espaciales se fueron diluyendo y cada representación se convirtió en un todo continuo, cuya extensión podemos imaginar, incluso, más allá de los límites del marco del cuadro. Las obras actuales son, además, más matéricas y el artista trabaja por capas, logrando distintas profundidades. Esta última característica responde, en palabras de Arnaiz, a “el misterio que genera el atrás”. Asimismo, logra unos efectos de transparencias exquisitas, los cuales se aprecian mejor tomando cierta distancia de las obras, sobre todo en las de mayor tamaño. En la presente muestra se exhiben también 24 páginas de libros de artista, donde boceta obras en lápiz y acrílico que, en ocasiones, traslada al óleo en un tamaño mayor. A veces, la obra final vuelve a modificar al boceto en un interesante proceso creativo.
Las obras de Arnaiz formaron parte de muestras individuales y colectivas, tanto en el país como en el exterior. Y ha obtenido prestigiosos reconocimientos, entre otros, el consagratorio Premio de Pintura Marcelo de Rider, en 1974, hasta su participación hace dos años en el prestigioso premio Alberto J. Trabucco, cuyas obras son elegidas por los miembros de la Academia Nacional de Bellas Artes. La presente exposición constituye otro eslabón en su trayectoria con obras para mirar y disfrutar.
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Hasta el 3 de agosto en Jorge Mara-La Ruche: Paraná 1133, CABA