Nota publicada online
“¿Cómo transmitir con imágenes bellas la desolación, la angustia, el dolor, las obsesiones?” se pregunta Elda Harrington en el catálogo de la muestra Sutil Violento, que se exhibe en el Centro Cultural Recoleta, en el marco del Festival de la Luz, con el auspicio de Itaú Cultural.
A través de casi 50 fotografías de artistas en un arco geográfico que abarca Argentina, Brasil, Chile, Cuba, El Salvador, México, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela, el curador Iata Cannabrava propone una aproximación “sutil” a la violencia, la exclusión y la creatividad en el continente latinoamericano.
La particularidad de esta muestra, es que se planteó una forma transversal de discutir el tema. Y como resultado de esa búsqueda, se materializaron las muchas posibilidades de la fotografía latinoamericana. De modo que en los diferentes trabajos y ensayos se hizo evidente que “la reflexión sobre la fotografía en sí misma –no el tema, sino la obra- fue más importante”, comentó el curador a Arte al Día.
Los recursos expresivos, las estrategias y las selecciones de los aristas que integran este mosaico de “latinidad”, son tan variadas como sus resultados finales.
André Cypriano, de Brasil, recorta panorámicas en blanco y negro de laberínticos barrios de Caracas y favelas brasileñas, ciudades dentro de las ciudades habitadas por comunidades excluidas del marco político y social. Su compatriota Julio Bittencourt, también apunta su cámara al escenario urbano y presenta a un grupo de habitantes de un edificio que se asoman a sus ventanas, captados y yuxtapuestos en pequeños actos triviales. Personas sumidas en una incómoda espera que tal vez culmine en el desalojo.
Similar abandono y desolación transmite la imagen Eolo del argentino Eduardo Gil, en la que aparece un enorme galpón vacío, originalmente destinado para estudios de meteorología, pero que ha quedado como un proyecto abandonado en la vasta Patagonia.
Dialoga con esta obra, una serie de fotografías digitales de Pablo Rivera, de Chile, que reproduce casetas de vigilancia en Santiago y sus alrededores, con la premisa de exponer estos objetos como “artilugios anacrónicos” en la era del satélite y las cámaras de vigilancia, “objetos que instauran la ilusión de la observación, la paranoia y el control”.
La serie Desaparecidas, de la mexicana Maya Goded, aborda el tema de las mujeres de Juares a través de la representación de la angustia y el vacío que esas víctimas han dejado. También de México, pero con una mirada irónica, Daniela Edburg reflexiona sobre la sociedad de consumo en escenas en que las protagonistas sufren trágicas consecuencias como muerte por algodón de dulce, o sobredosis de chocolates m&m.
De Argentina pueden verse dos retratos de Marcos López, Mártir y La Carnicera, de la serie sub realismo criollo: representación, según el curador del ser latino exuberante. Un inquietante conjunto de fotografías de tamaño real de personas “aparentemente” comunes que sostienen un arma, es la propuesta de Ananké Asseff, también de Argentina. Éstas y otras miradas se multiplican y son lentes que enfocan en el terreno transterritorial que es el “contitente latino”.
Hasta el 31 de agosto