Nota publicada online
Curada por Carolina Pampliega, la muestra busca transmitir que hay más Verdad en todas las manifestaciones religiosas en conjunto que en una religión en particular.
La Virgen del Valle, la Desatanudos y la de Guadalupe, todos los santos -cristianos y paganos-, milagreros populares como el Gauchito Gil y la Difunta Correa, cada uno ocupa un lugar destacado en la muestra “Pena y Devoción” que la artista Estela Pereda presenta en el Museo Sívori con curaduría de Carolina Pampliega.
Sensible, curiosa y expresiva, lleva el arte grabado en su ADN -es hija y, a su vez, madre de artistas-. Bajo su aspecto romántico e ingenuo surge una personalidad fuertemente cuestionadora de los mandatos femeninos. Mandatos que inevitablemente recibió pero que, gracias al arte, pudo reconvertir. Desde muy temprano investigó temas relacionados a nuestra identidad y le sedujo el sincretismo religioso producto del encuentro cultural de nuestros pueblos originarios con el europeo y que derivó en un inmenso abanico de devociones populares.
Apenas ingresamos a la muestra, nos recibe un conjunto de ermitas con santos populares a los que se les piden distintos favores para luego agradecerles con ofrendas; en el centro, una tradicional “Andita”, con la que en el norte trasportan a sus santos durante las procesiones, recibe las ofrendas de los visitantes haciendo de ésta una experiencia viva. Una caja de música, un zapato y un dólar guardan, celosamente, el secreto de su oferente.
Tapices, con dibujos, delicados bordados y collages completan la galería de devociones. Una instalación fotográfica y un libro de artista recuerda a sus ancestros llegados de los Pirineos.
Antes de ingresar a la pequeña capilla dedicada a la memoria de su familia, Pereda nos recuerda con su “rayuela invertida” que el cielo (la felicidad) está en la tierra. La íntima capilla, ambientada con luz tenue y sahumerios invita al silencio y la meditación frente a un bellísimo retablo familiar.
La muestra habla de religiosidad más que de religión. "Estela nos abre la puerta a un mundo donde las manifestaciones religiosas y populares dejan entrever que la búsqueda de sentido trasciende cualquier división entre creencias, religiones y razas", explica la curadora. “Es lo que nos ayuda a trascender y a cargar nuestra mochila.”
Nacida en Lincoln, provincia de Buenos Aires, Estela Pereda se expresa a través del dibujo, la pintura, las instalaciones, los objetos, las cajas, el libro de artista, el video y el arte textil. Realizó su primer envío al Salón Nacional en 1962, tiene una prestigiosa carrera artística, es docente y, a los 84 años se animó a esta muestra que es, según sus propias palabras, “una invitación a sumergirnos en el mundo de las devociones populares y a dejarnos interpelar por el encuentro y el dialogo ecuménico. Una experiencia religiosa que busca superar los prejuicios, la ignorancia y la intolerancia. Como seres humanos necesitamos creer y todo es válido mientras pueda hacernos mejores personas”, concluye la artista. “Esta muestra es, en sí misma, una ofrenda.”