Nota publicada online
Raquel Bigio recientemente presentó en SUMA, la feria multidiciplinaria en el Centro Cultural Borges
Para Jorge López Anaya, Raquel Bigio, descubrió, desde sus primeros trabajos con el objetivo fotográfico imágenes que remitían a la tradición pictórica. Según sus propias palabras, “pintaba con la cámara”. A partir de estas experiencias, su criterio fotográfico será esencialmente heterodoxo; en sus obras no aparece la figura humana o solo aparece ligado a la arquitectura. Esa abstracción, a partir de sus “modelos” arquitectónicos adquirió un talante reduccionista, abstracto, casi minimalista en algunos casos.
Para Bigio el médium fotográfico está al servicio de la construcción de “verdaderas-falsas” arquitecturas, de “verdadero-falsos” espacios urbanos. No se inclina ni por el pictorialismo ni por la fotografía-pintura ni por la foto-instalación, aunque tome algunos rasgos de estas dos hibridaciones.
La obra de Bigio es fundamentalmente ajena a la componente nostálgica de la fotografía. Está muy lejos del misterio, de la mortalidad y de la caducidad. Más exactamente, el procedimiento es sintáctico y la fotografía se cualifica por las modificaciones introducidas en el código de reconocimiento del referente. En su mayor parte, estas obras se inclinan a una operación "pos fotográfica", consistente en una combinatoria que permite a Bigio obtener una serie abierta de resultados.