Nota publicada online
“En Deira, el dibujo era como una manera de formular pensamiento” Luis Felipe Noé*
Las líneas en los dibujos de Deira, se desplazan un poco más o un poco menos eléctricas sobre el papel y de ellas van emergiendo formas. Es curioso notar que parecen trazos vivos de donde pueden gestarse animales, hombres, mujeres o palabras. El espectador distingue que hay alguna cosa que quiere salir de aquella expresión, algo que está mutando y se conformará o desarmará, pero lo que el público puede ver varía, porque son ante todo, dibujos de una línea que abre múltiples propuestas.
Una selección de dibujos de Ernesto Deira -que desarrolló al mismo tiempo que sus pinturas-, se exhiben en Jacques Martinez. Es la sexta vez que la galería expone la obra del artista (1977; 1983; 1988; 1990; 2010; 2012), reafirmando así su intención de visibilizar de manera constante, los diferentes períodos y series artísticas de Deira.
En un mismo papel, uno puede ver, tal vez, una lucha de sumos o un hombre pidiendo perdón de rodillas. Se puede afirmar que allí hay figuras, pero resulta difícil describir cuáles y, puede que el espectador sienta que está pensando o recorriendo las líneas al ritmo del trazo con que Deira dibujó. De una masa de líneas emergen garras, dientes, cabezas, alguna extremidad y, para la vista, resulta casi una verborragia figurativa.
La línea de tinta está trabajada de una manera que se puede establecer relación directa con los períodos de pintura del artista. Si se piensa en el trabajo a lo largo de décadas, se puede distinguir que, en los sesenta, paralelo a su trabajo en el grupo de la Nuevo Figuración, hay una figura –antropomorfa- escondida, que hacia los setenta va apareciendo con mayor firmeza. Ya a fines de esta década y principios de los ochenta, la figura humana, completa o en fragmentos, aparece con una nitidez sólida combinada con juegos de espacios abstractos.
Dos de los "Rollos desenrollados", se ubican en un extremo de la sala principal de la galería. Estos reviven la muestra de Deira en El Taller, en 1968: Un espacio con techos bajos en donde los rollos de papel dibujados caían hasta el piso generando un ambiente rústicamente tapizado por grandes dibujos. En estas obras, se puede distinguir alguna línea madre, activa, que permite la formación de frases, rostros y rayones. Formas en donde se puede confundir un corazón con un busto de mujer. Y Deira decía: "Cuantas más cosas vea el público en la obra, mejor". El hijo del artista, explica en el texto de la muestra en Jacques Martínez, que para su padre, el dibujo era diversión, y lo hacía porque no escribía. Entonces, no era del todo consciente, o responsable, de lo que de aquella línea mutaba.
Una de las obras expuestas actualmente, es un papel enmarcado en donde se lee –con la línea-dibujo del artista- un fragmento de poema de Alejandra Pizarnik: "La noche tiene la forma de un grito de lobo", y es probable que las líneas de Deira aparezcan con esa forma. Con esa intención. Un grito de lobo, impreso, sobre el papel.
*Fragmento de entrevista con Luis Felipe Noé, tomado del artículo "Noé sobre Deira"-Texto de Clelia Taricco y Silvana Varela, incluido en el catálogo "Retrospectiva Deira", realizado por el MNBA en noviembre de 2006, Buenos Aires, Argentina.