Nota publicada online
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Elba Bairon es una artista que ha desarrollado con convicción, un pensamiento estético, técnico y conceptual a lo largo de su carrera. Hay un gesto constante en los espacios que habita: inspiración y transformación. Se apodera de la arquitectura dada para convertirla en parte de su obra. El uso de la monocromía, la depuración extrema en los acabados con texturas lisas y uniformes y la simplicidad y economía de medios, son sus elementos compositivos distintivos.
En esta oportunidad nos recibe en la sala de la planta baja de W Galería con un paisaje que no es un paisaje. Una naturaleza estática que pareciera estar extrañamente viva, ese pájaro suavemente posado parece descansar pero también alerta. Desde la arquitectura que lo contiene genera ritmos y movimientos claros, que tensionan la experiencia con el uso perfecto de líneas rectas y diagonales. En palabras de Martin Craciun “La artista ha decidido construir un espacio interior dentro de un espacio interior, aunque este espacio interior es, a su vez, un espacio exterior. Intentaré ser más explícito: un muro contiene un espacio donde yace la escultura de un pájaro, pero este espacio es interior y exterior a la vez, ya que la arquitectura así nos lo indica. El espacio se despliega y se desdobla en un acto simple, como cuando damos vuelta una naranja y su pulpa queda afuera y dentro queda su cáscara. Así, contenedor, contenido y forma se entrelazan en un ejercicio placentero de experienciar” extracto del texto curatorial.
Elba Bairon realiza una refinada integración de elementos murales y escultóricos. En La disposición de rajas, cercos y muros, desconcierta. Uno avanza hacia la obra con cierta dubita, como un plein-air errante. La mente rápidamente trata de racionalizar y buscar un sentido ante esta ¿vanitas tridimensional?:
“El misterio representa lo inexplicable y lo desconocido. Nos presenta un desafío constante a seguir trabajando y explorando como espectadores; un estado del conocimiento que podemos utilizar activamente para enriquecer y contextualizar nuestra condición racional. Nos propone una forma de mantener la incertidumbre y la imprevisibilidad en el arte, algo vital para mantener al arte conectado con la experiencia viva. Estas cuestiones tienden a generar preguntas más interesantes en lugar de eliminar la incertidumbre y la ambigüedad. Lejos de la previsibilidad y de la certeza, Sin Título no se propone como una colección de íconos muertos, sino más bien como un ejercicio vital que invita a quienes la visitan a sumergirse en el mundo de una creadora de historias con una visión singular y universal a la vez. Su arte evita alejarse de las experiencias vividas, ha de ser una herramienta para explorar lo desconocido e impredecible sin llegar necesariamente a un cierre o a una conclusión.”
Una vez más Bairon trabaja la emocionalidad con una serena narrativa visual abierta a indagaciones, y allí radica la gran belleza.