Nota publicada online
Curada por Rodrigo Alonso, la muestra cierra la trilogía de Pasado, Presente y Futuro que propusieron las autoridades del CCK con motivo del Bicentenario, completando así diversas miradas sobre nuestras posibilidades, utopías y valores que se pueden evaluar a partir de estos doscientos años.
El sistema de diversas salas del CCK hace de marco para una serie de historias que desenvuelven nuestras identidades, armando reflexiones muy diversas sobre quiénes somos. A la potencia de las tradiciones Paisajes de nuestro territorio curada por Ana María Battistozzi, le suma la diversidad en acto que propone Marcos López en su Ser Nacional para ejemplificar el tema de las identidades, y el 7mo piso ahora también exhibe la muestra curada por Rodrigo Alonso sobre El futuro, que como decía una canción de los ochenta llegó …hace rato.
Alonso junto al diseñador de montaje Daniel Fisher, con quien ha compartido ya muestras memorables en el MAR de Mar del Plata, se asocian una vez más para dar cuenta de una serie de artistas que hacen de la innovación, el uso de tecnologías diversas y unas narrativas variadas en un recorrido que vale la pena hacerlo con tiempo.
La muestra está centrada en dar cuenta de cómo nos ha afectado siempre la idea del futuro, ya sea para imaginarlo, para darle bienvenida o para acercarlo a nuestra percepción, tanto como para introducir en el presente un proyecto capaz de modificar la vida cotidiana. Por ello hay una parte de la misma dedicada a reconocer inventos argentinos que se han globalizado: las huellas dactilares o la birome. Otras que han significado exploraciones en el campo de la ciencias médicas o el diseño: el video de una operación del Dr. Posadas de 1899, la silla Sodoman (1995) de Ricardo Blanco o el Magiclick (1963) de Hugo Kogan. Ambas conviven en una sala donde también nuestro singular Xul Solar da cuenta de sus derroteros de invenciones con tres maravillosas acuarelas. Así de fluctuante es el inicio.
Por cierto no faltan ni los proyectos de ciudades del recordado Gyula Kosice imaginados aunque hasta ahora imposibles, o las arquitecturas osadas llevadas adelante por otro gran maestro como fue Clorindo Testa. Pero hay obras que indican hasta qué punto una buena veta de búsqueda e ingenio se hacen realidad entre nosotros. El caso sin duda es Esteban Pastorino con sus aparatos para hacer de la captura fotográfica un hecho que usa tecnología analógica para hacer funcionar un dispositivo donde el resultado es totalmente innovador en relación al propio medio.
En otra sala el uso de la fotografía da otro giro y llega a lo post en tres obras de grandes dimensiones de Marcela Magno. La captura viene apropiada de las imágenes satelitales pero trabajadas por la agudeza de la técnica de la artista hasta lograr un espacio de paisaje nuevo donde se denuncian los estragos del paisaje a partir de la explotación del petróleo o la minería. Conviven en esa sala con una fotografía muy bella de Ernesto Ballesteros que hace del tiempo otra vez esa materia constitutiva de su obra a partir del juego de 97 tomas en círculo que produce una vibración lineal muy identificada con sus producciones.
El lugar del video tiene espacios bien distintos, que tanto da para mundos fantásticos como los de Mateo Amaral en Canoa, un sistema que usa el error como base de sustento, o lo ficcional como la pieza monocanal de Alejandro Montaldo donde la ventanilla de un tren juega ser con un dedo una pantalla táctil.
El juego y lo lúdico se luce en otra sala donde hay piezas que hacen un ejercicio de recreación de lo cotidiano como la de Pablo Guiot en El abrazo, una campera polar modificada. La curiosa idea de Doma en Stupid Elephant Tank, un inflable amarillo estridente con una trompa enorme o la animación de bellísimos colores y sutil humor de Thig Mugs denominadaCincode 2010. Un espacio para lo interactivo está en la posibilidad de jugar con una pantalla enorme para sortear pruebas que permitan leer toda la frase de Walter Benjamin enLudusdel Proyecto Biopius o la pieza que abre la muestra, Carrousel (2014-2016), de Gaspar Libedinsky que, resignificando una calesita, seduce para invitar al juego donde la idea del futuro puede traernos de regreso a un elemento tan eficaz como la bicicleta como el vehículo del presente.
Una mención especial a la instalación de Carlota Beltrame que creo hace un alto dentro de la cantidad de piezas seleccionadas y ocupa un espacio de reflexión en una sola sala. Se trata de 15 lámparas pequeñas con la forma de la provincia de Tucumán llamadaLuzde 2004, donde quizás en esa sustancia de débil parpadeo podemos detenernos a pensarnos como argentinos en un bicentenario.