Nota publicada online
El Espacio de Arte del Banco Ciudad inaugura su temporada con una singular muestra del Grupo Erasmo en homenaje a su maestro.
Son poco más de 50 esculturas, todas ellas de formas alargadas, de materiales nobles y muy potentes que, instaladas en la sala del Espacio de Arte del Banco Ciudad, la convierten en un bosque de esculturas en pleno microcentro porteño. Caminar entre ellas es como estar recorriendo una instalación.
Se trata de una muestra en la que participan artistas que conforman el Grupo Erasmo y un maestro de trayectoria en lo que a escultura se refiere:Julián Agosta. El Grupo Erasmo está integrado por Carlos di Leone, Ana Maria Esplugas, Pablo Etcheverry, Máximo Luza, Nieves Rebuffo, Willy Scheperski y Jayme Ferreira da Costa, sus antiguos discípulos que siguen trabajando juntos coordinados este último, desde 2007.
Julián Agosta fue artista, maestro y, por sobre todas las cosas, un ser humano especial, lleno de vida de alegría, dueño de una carcajada contagiosa y con una enorme pasión por lo que hacía. Esta muestra es una prueba de ello. Para él el arte significaba un compromiso. “Un compromiso con la sociedad, con uno mismo, con los que creen en uno. La responsabilidad de poder expresarse a través de un objeto supuestamente estético. Y poder joder. El arte tiene que joder. No puede ser pasatista, no puede ser lindo para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama. Tiene que determinar su presencia. El arte es bueno o malo; no tiene porque gustar, tiene que emocionar. En la obra de arte hay dos emociones que se encuentran: la del artista que pudo expresar en su trabajo el propio pensamiento y la emoción de quien lo recibe.” Así hablaba.
Agosta comenzó a trabajar exclusivamente en la escultura a comienzos de los años 70. Con América como referente, pasó del constructivismo ruso al constructivismo universalista de Torres García, con imágenes que remiten a lo primitivo y americano. De allí la recurrencia al tótem en sus obras.
“Mi función en el taller, es acelerar el proceso de conocimiento,” afirmaba y cuando se le preguntaba ¿cuál es una buena obra?, sostenía “La buena obra es la que se distingue por poseer un contenido que logra conmover.” Por eso, seguramente, resulta tan impactante caminar por este bosque de esculturas instalado en el corazón de la ciudad.