Nota publicada online
El jurado, formado por Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, Andrés Labaké, coordinador del premio, y la Licenciada en Artes Florencia Battiti y las artistas plásticas Leticia Obeid, Adriana Bustos, trabajó sobre unos 210 proyectos que involucraron a 250 artistas .
Organizado por la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro, este premio que ofrece seguimiento profesional y recurso económico para la concreción de las obras, ya tiene a sus ganadores. Se trata de Virginia Buitron, que se alzó con el Gran Premio por Dispositivo de dibujo interespecífico, el Colectivo Los Picoletos, formado por Dante Litvak y Fabricio Tranchida, que obtuvo la Beca Residente por Rastros, guarida y corrosión, y Lucía Reissig, Beca Joven, por El trabajo invisible. Un concurso federal y gratuito que premia proyectos, otorga dinero en efectivo y ofrece seguimiento profesional para la concreción de los mismos.
“De ahora en más, a los ganadores, a quienes felicitamos, les esperan unos seis meses de trabajo duro y enriquecedor para concretar su proyecto con el acompañamiento profesional del municipio. No premiamos obra terminada, como la inmensa mayoría de los concursos de artes plásticas del país. Nos interesa mucho más acompañar a los artistas conceptualmente y económicamente en sus desarrollos, y asumir juntos el desafío”, explicó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro.
“Martínez fue muy importante para mi padre, un artista de renombre internacional que viajó por el mundo y siempre eligió vivir en la casa que sus padres construyeron allí, donde también dio clases y recibió alumnos llegados de todos lados. Le hubiera encantado saber de este merecido homenaje que desde San Isidro convoca a artistas de todo el país, incluidos los más jóvenes, por quienes sentía especial interés y a quienes ayudó a impulsar sus carreras”, expresó Julieta Kemble, hija del trascendental pintor que renovó el lenguaje artístico del país desde fines de los años 50.
En el marco de una política pública de incentivo, apoyo y acompañamiento institucional al desarrollo de la producción poética, artística, reflexiva y crítica, el concurso recibió en su segunda edición unos 210 proyectos que involucraron a 250 artistas y llegaron del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y también del interior del país.
El artista visual, curador e investigador independiente Andrés Labaké es el coordinador del premio y, además, hará el acompañamiento de los proyectos ganadores. “Vamos a generar una conversación con los ganadores a efectos de problematizar las propuestas desde lo conceptual, lo poético y lo formal, analizar las diferentes derivas y fugas que podrían sucederse y, finalmente, los pasos a seguir desde el punto de vista técnico para materializar la obra. Reflexionar, dialogar, hacernos preguntas, investigación crítica y poética. Ese será el trabajo por delante”, dijo Labaké, de vasta experiencia en este campo.
El proyecto de Buitron (1977), nacida en Quilmes y residente en la Ciudad de Buenos Aires, apunta al desarrollo de un dispositivo instalativo móvil que será el hábitat de moscas conocidas como soldado negra. Allí transcurrirá el ciclo vital de esos insectos que en su desove irán dejando sobre un papel una especie de dibujo. Un laboratorio, si se quiere, entre lo biológico y lo científico, cruzado con un experimento artístico que recuerda -según Labaké- a los inventos de los 70 del gran artista argentino Luis Benedit.
Los Picoletos, Litvak (1990) y Tranchida (1987), plantearon una investigación de campo artística y antropológica sobre una tribu suburbana, las bandas punk y su público. Así, a partir de relatos, reportajes, videos, el proyecto propone la construcción en una gran sala de diversos dispositivos, artefactos y esculturas que a modo de instalación remitirán al mundo punk en el municipio y al entrecruzamiento que, por momentos, tiene con el del skate.
Por su parte, Reissig, ganadora del premio hasta 35 años, propone profundizar en un campo en el que ya viene trabajando, la labor de las empleadas domésticas. Y propone tres ejes, la documentación de ese trabajo, en la que ella misma se involucra, la exhibición de los utensilios de limpieza como restos simbólicos y vehículos para problematizar acerca de la precariedad de esta tarea, y el armado de una especie de sindicato de trabajadores invisibilizados. Restos que evocan a anonimato, cuestiones de género y fragilidad laboral con los que Reissig invita a reflexionar.
“Los premios comparten una sensibilidad y creatividad especiales, tocan temas actuales y aluden a la vida en comunidad mientras exploran temas urgentes como el trabajo invisible, en el caso de Reissig, la existencia de tribus urbanas como formas de relación y resistencia, en el caso de Los Picoletos, y una redefinición de las relaciones entre humanos y no humanos, en el caso de Buitrón, que busca correr el límite de lo autoral y repensar la noción de creatividad”, expresó Leticia Obeid, que integró el jurado junto con Adriana Bustos (ambas artistas plásticas) y Florencia Battiti (Lic. en Artes y curadora).
El certamen estuvo abierto a instalaciones, pintura, fotografía, gráfica/grabado, dibujo, video, producciones digitales, nuevas tecnologías, performances y poéticas de ensayos vinculares, entre muchas otras disciplinas. Además, ofrece los siguientes premios en efectivo: Gran Premio ($130.000); Premio Beca Joven, hasta 35 años ($53.000), y Premio Beca Residente ($53.000), además de Menciones Honoríficas.
Cabe recordar que los ganadores deberán desarrollar su propuesta del 24 de septiembre de este año al 26 de abril de 2019.
Organiza y produce la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro. Gratis