Nota publicada online
En la deslumbrante muestra de pinturas “La mirada de Ulises”, Diana Dowek condensa las principales preocupaciones sociales que viene abordando desde hace décadas.
Diana Dowek es una artista capaz de meterse en las entrañas sociales de su tiempo. La realidad social la toca, la conmueve, la impulsa a crear. Acompaña a trabajadores, comparte experiencias con ellos, se suma a marchas, investiga, documenta, crea. Su práctica política y artística arrancó en los años cincuenta, en la Escuela de Bellas Artes, cuando, junto a Julio Le Parc y muchos otros estudiantes, logró cambios académicos profundos.
La represión, el terrorismo, los derechos humanos, la explotación y las condiciones de vida de los más humildes son temas centrales de su obra. Cuenta la artista que la disputa entre las potencias mundiales y las consecuencias sociales y ambientales que generan la estremecen.
Las obras que integran esta muestra surgieron a partir del maravilloso filme “La mirada de Ulises” (1995), dirigido por el director griego Theo Angelopoulos. Una escena quedó grabada en la retina de la artista: la imponente estatua de Lenin amarrada a una barca que va por el Danubio y que por momentos parece ir a la deriva.
Dowek buscó durante años la conmovedora imagen que Josef Koudelka, fotógrafo oficial del filme, tomó de aquella escena. A partir de esa foto de la escultura fragmentada de Lenin, la artista desató, entre 2012 y 2014, una serie de obras. Lo suyo es un mix potente entre pintura y transfer de fotografías. Esas fotos intervenidas provocan un efecto difuso entre realidad y ficción. El registro documental se vuelve ambiguo: deviene imagen sensible, poética.
La obra de Dowek es una sutil antropología pictórica. Con economía de recursos y colores desaturados, sus pinturas revelan un arduo entramado social. A veces, los cuerpos son bultos o siluetas, impersonales, deshumanizados. En ocasiones, la artista cose las telas y deja las costuras a la vista: son como suturas de heridas imposibles de ocultar.
Simbólicamente potente, la escultura fragmentada avanza entre la bruma y el clima gélido. “El Viaje es siempre un retorno”, sostiene Theo Angelopoulos. Para Dowek, ese Lenin golpeado, trasladado río abajo, es un Ulises moderno capaz de ver las tragedias de nuestro mundo: esas que sus pinturas exhiben con intensidad.