Nota publicada online
El proyecto se dedicamos a revisar el pasado y construir la historia de esa mirada en el espacio local. "Parte del equipamiento mental con el que un hombre ordena su experiencia visual es variable, y, en su mayoría, culturalmente relativo, en el sentido de que está-determinado por la sociedad que ha influido en su experiencia" Michael Baxandall
A "leer el bicentenario no sólo como una conmemoración y festejo, aunque sin dudas en una fiesta, sino también en la creación de institucionalidad y fortalecimiento de espacio público, que muchas veces se tensa entre la memoria y el recuerdo y la posibilidad de reescribirla a través de la diversidad de decisiones y puntos de vista", instaba Ticio Escobar, en los comienzos de este año atravesado por la memoria, que es sostén de aprendizajes y también un proyecto público. Es en el marco de ese proyecto que nos dedicamos a mirar este pasado y construir la historia de esa mirada en nuestro espacio local.
Baxandall, uno de los padres de la historia social del arte, afirma que las tramas sociales, políticas, religiosas, económicas conducen a unos hábitos y mecanismos visuales que se convierten en identificatorios de modos de ver.
Este es el recorrido de "El ojo de la época", la muestra del Bicentenario en el ECA, y culmina este fin de mes después de un trimestre de exposición, con el fin de plantear interrogantes a los espectadores que día a día reúne, entre docentes, escolares y turistas, tanto como investigadores y artistas. ¿Cómo percibe cada época las condiciones en que le toca vivir? ¿Qué relación existe entre las obras que producen los artistas y las épocas que atraviesan? ¿Cómo resolvió el pensamiento plástico mendocino las contradicciones de su modernización? ¿Cómo resolvieron nuestros plásticos su manera de ver el mundo? ¿Sus respuestas estructuraron nuestra experiencia? ¿Qué respuestas rescatar?
La muestra abarca el último siglo, desde los inicios de su modernización hasta el desencanto posmoderno. El recorte y las obras expuestas tienen un doble motivo: uno, presentar a la sociedad mendocina el rico patrimonio de un museo que fuera señero en los años sesenta y que necesita a gritos recobrar su viejo esplendor: el Museo de Bellas Artes de San Rafael. El otro, rescatar fragmentos de historia, otras lecturas del pasado a través de una serie de hitos que marcan simetrías y contrastes. La muestra apunta a mostrar las obras de artistas locales situadas en la esfera de las cosas, en el contexto del mundo y de la vida. Para ello se valió de una profusión documental aportada por la histórica Biblioteca Gral San Martín. La importante respuesta del público es un incentivo y un indicador de la necesidad de producir conocimiento sobre el arte local.
Completa el panorama del Bicentenario en el ECA un profundo acercamiento al espacio de la gráfica popular que reúne un homenaje a los 100 años de la revista Caras y Caretas, cuya estética inconfundible marcó una época y sus contemporáneas mendocinas, las revistas La Quincena Social y La Semana, junto a Gustavo Cardozo que retoma la tradición del fileteado en carteles y objetos con sus formas estilizadas, intenso colorido y picarescas leyendas.
En diálogo con estas formas históricas, el diseño gráfico contemporáneo en una nueva edición de Arte Único, el concurso de afiches de Branca, que también exhibe sus memorables afiches en la historia de una empresa centenaria. También hace su aporte a la gráfica la fundación Gutemberg con el despliegue del proceso del libro ganador del concurso "¿Qué somos después de 200 años?"
Al entrenar el ojo en esta mirada que rescata mirares contemporáneos a distintos momentos de nuestro pasado, podemos apreciar cómo se resignifica la herencia recibida. Si algo caracterizó a la pintura mendocina fue el paisaje, que se constituyó en estatuto de reafirmación local, un movimiento conocido como "ueva sensibilidad". Denostado por un tiempo, y confinado a la pintura amateur, el paisaje renace en una impronta contemporánea de las manos y pinceles de jóvenes artistas que desafiaron el prejuicio y retoman una rico legado pictórico, pero su mirada se dirige ahora hacia la otra herencia moderna, la urbanización. Es la huella humana en el espacio vivido, reflexiones sobre la ciudad y sus mutaciones, que son cambios en los modos de vivir. Carlos Escoriza es uno de los artistas que asumió el desafío con una muestra en la bolsa de comercio, y además ganador del certamen municipal "Mendoza pinta" que por segunda vez convocó a pintores paisajistas de todo el país. Por otro lado "Luján es otoño", ya tradicional competencia también tuvo la presencia de artistas profesionales como Juan Castillo, Ofelia Santos, Angie Villé y como ganadora a Sandra Alonso.
El ojo del artista y la mirada del espectador constituyen ese "ojo de la época" que construye el pasado, en constante movimiento y sus visiones son discontinuas. Así nos encuentra un festejo que se extiende por Latinoamérica: en la construcción permanente de mañanas posibles a través del fortalecimiento de nuestra memoria.