Nota publicada online
Fundación Proa presenta la obra del notable artista Dan Graham, Whirligig (Molinete) en la que sigue desarrollando una propuesta que lo caracteriza dentro del arte público inmersivo.
Para disfrutar este proyecto de Dan Graham (1942) es necesario un cierto espíritu lúdico y el tiempo necesario para circular en esta situación donde el concepto de espacio y la producción de imágenes se problematiza de un modo muy particular. Este molinete tiene varias inspiraciones y como artista conceptual que se precie, la idea no descansa sólo en la forma o la disposición en el espacio público, sino en una serie de relaciones conceptuales que se evidencian cuando pensamos nuestro tiempo. Intentaremos profundizar en ello, siguiendo algunas claves que el propio artista ofreció en la conversación con Sandra Antelo-Suárez en el auditorio de Fundación Proa hace pocos días. Graham dice que cree “que muchas obras de arte surgen de entender las cosas a medias”, tal vez basándose en su formación no sistemática sino autodidacta. Siendo un artista particularmente esquivo y poco propenso a ocupar un sitial de privilegio, es admirado como gran innovador y considerado como un polímata de la cultura, es decir una persona que posee conocimientos que abarcan distintas disciplinas. Se comprueba listando que ha sido galerista, curador, escritor de arte, crítico de rock y, en general, un entusiasta de la cultura pop. En los primeros años sesenta, DG abrió una galería que cerró apenas seis meses después, pero allí expusieron por primera vez Sol LeWitt, Dan Flavin, Donald Judd y Robert Smithson. La John Daniels Gallery de NY fue pionera en su tiempo, para documentar un arte que abría de dejar huellas profundas en el arte conceptual y el minimalismo.
Luego de ese breve período comenzó a producir obra que se basaba en una interpelación a la cultura contemporánea, usando el estereotipo del aviso y los comentarios editoriales en distintas publicaciones. En Homes for America (Hogares para América) de 1966, definido como “un inexpresivo ensayo fotográfico” de las casas en serie de Nueva Jersey publicado en la revista Arts Magazine, se colaban ideas subliminales que señalaban el consumismo, la mercantilización y la homogeneización de la estructura comunal de la vivienda familiar. Su apasionamiento por la arquitectura es vital para entender el circuito de relaciones que su obra fue produciendo luego, considerando sus trabajos de los años setenta, los “pabellones”, híbridos entre arquitectura y televisión, por el uso de materiales como espejos y vidrios espejados que distorsionaban nuestra percepción del tiempo y el espacio así como de nuestra propia forma reflejada en un material que deforma y ‘trae’ otras formas que no están en el espacio que nos refleja. Graham sostiene que “cuando uso un vidrio espejado, trato de acercarlo a lo que Foucault llama heterotopia”, una noción del reconocido pensador francés que surge de su conferencia “Los espacios otros”. Se trata de un tipo específico de espacio que contiene dentro de sí poderes, fuerzas, ideas, regularidades o discontinuidades, que pueden clasificarse según el tiempo o el lugar al que pertenecen y abren la posibilidad de crear nuevos espacios con sus propias lógicas. Para entender este guiño teórico sobre el tema, pueden leerse una serie de textos publicados por el artista norteamericano que siguen el concepto del jardín a lo largo de la historia. Considera los primeros jardines del Renacimiento italiano como “jardines de esculturas, teatros, museos arqueológicos, enciclopedias botánicas al aire libre, academias educativas y parques de esparcimiento”, pasa al nacimiento de los parques de diversiones alrededor de 1900 cuando la iluminación eléctrica permitió “un nuevo tipo de ocio: el consumo nocturno”, y llega a los límites entre lo público y lo privado en los atrios corporativos que surgen a finales de los setenta como forma de ambientar “cinematográficamente” un lugar de ocio y esparcimiento en un lugar de trabajo. “Cuando escribo acerca de arte y arquitectura, no hablo de teoría, sino de una afición apasionada” sostiene el artista pero nuevamente, como en toda su proyección conceptualista, se cuelan los conceptos del microcosmos, la yuxtaposición cinematográfica, los significados superpuestos, la ruptura del tiempo tradicional, los espacios ilusorios y de compensación, los ritos de purificación, los sitios de acumulación y los espacios de transitoriedad que sugirió Foucault en aquel ensayo.
Siguiendo en esta línea, la directora de Fundación Proa Adriana Rosenberg destaca en el texto de presentación que “el concepto de espacio tradicional es cuestionado. Dan Graham crea un Lugar, un habitat, donde aparecen – a la manera de Borges - todas las posibles imágenes, todas las que podemos nosotros crear con nuestro movimiento, o con el cambio de la naturaleza”. El Studio de Dan Graham y el equipo de la fundación han ayudado a crear este nuevo plan que tiene un antecedente en los pabellones temporarios en combinación de paradas de autobuses y cabinas telefónicas. Aunque en Whirligig, al que Graham define simplemente como “una estructura circular de cristales espejados semejante a un laberinto diseñado para recorrer por dentro, que lleva al espectador a un callejón sin salida”, él destaca que “su forma tiene que ver con las filas para entrar a un lugar, así como con laberintos barrocos hechos en jardines”, tan urbanos y diferentes en tanto sus posibles emplazamientos lo condicionen.
No se considera un artista en sentido estricto pero su obra ha ocupado lugares en las Bienales de Venecia (1976, 2003, 2004 y 2005) y las ediciones de Documenta (1972, 1977, 1982, 1992 y 1997). En 2009 una importante retrospectiva de su obra recorrió los museos de Estados Unidos y en 2010, fue galardonado por la American Academy of Arts and Letters. Pero esta frase lo define inmejorablemente: “tal vez estoy feliz de seguir haciendo la obra que me alejó de tener éxito; quizá no tener una marca registrada reconocible también sea una virtud.”