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Para esta primera edición el museo ha invitado a dos reconocidos artistas, el salteño Mariano Cornejo y Gabriela Aberastury de la ciudad de Buenos Aires, quienes entablarán un dialogo a través de sus obras y su visión del paisaje. En la muestra, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y Turismo de Salta y la Fundación El Abra, se exhiben mas de cien obras y permiten hacer un recorrido por ambas trayectorias. Podrá visitarse hasta fin de abril.
El hombre frente a la inmensidad del paisaje y la naturaleza parece ser el concepto común en este diálogo entre dos reconocidos artistas de la escena artística contemporánea de nuestro país. Salteño el, porteña ella, Mariano Cornejo y Gabriela Aberastury comparten además de su pasión por el arte, la música y su particular visión del mundo, una amistad basada en el respeto y la admiración por el trabajo del otro.
Con un museo desbordante de público y autoridades de la cultura, inauguró esta primera edición de Diálogos en el Museo de Arte Contemporáneo de Salta, una iniciativa de su directora la Arquitecta Claudia Lamas que intenta reconocer las distintas búsquedas y abordajes contenida en las producciones artísticas y que inviten a la reflexión.
“El diálogo es una herramienta de construcción social, de descubrimiento mutuo” sostuvo Mariano Ovejero, ministro de Cultura y Turismo de Salta, quien destacó la importancia de “trabajar por la preservación y puesta en valor del patrimonio para que los salteños refuercen su identidad y puedan compartirla como en este caso”. En este mismo sentido Guadalupe Noble, quien preside la Fundación El Abra se mostró feliz de auspiciar esta iniciativa: “porque diálogo es lo que nos falta y para lograrlo hay que entablar relación no con el igual sino con el diferente”.
Sin lugar a dudas los paisajes de Cornejo son diferentes a los de Aberastury pero, ambos, aluden al ser humano inmerso en ellos. Como verdaderos titanes nos regalan su particular visión del mundo con su sensibilidad y su obra. Otro punto en común entre los artistas es la diversidad de medios plásticos que abordan.
Curioso por naturaleza, Mariano Cornejo es, además de pintor, escultor, músico, poeta y paleontólogo. Necesita rasgar, romper, intervenir el papel y no sólo con la acuarela, una técnica que le implica una enorme concentración y sorprende por su resultado: líneas precisas y colores planos de vibraciones increíbles, impensadas con esta técnica. Acuarelas que nos trasladan al desierto a 4.000 metros de altura, lugar que llega a caballo y en el que se produce el encuentro con su Luna de Atacama -su obra mas reciente-; verdadera deidad que nos emociona de la misma manera que lo hizo, hace cientos de años, a los pueblos originarios.
Gabriela Aberastury es reconocida como grabadora, técnica que aprendió durante su primer beca en Alemania y en la que se especializó durante 20 años. Eximia dibujante y apasionada por los materiales, hace otros 20 que se dedica a la pintura. Un dibujo preciso, movimiento constante y colores vibrantes, son características de una obra madura y sutil en la que se combinan óleo, carburo de silicio vinílico y delicados relieves. Se define ella misma como una gran “coleccionista de porquerías” que un día encuentran un lugar en la obra. Así es como en Estación espacial, uno de sus trabajos mas recientes, habitan pequeñísimas figuras que una vez compró en una ciudad alemana en camino a su taller y que conforman pequeñas historias que nos hablan de su inconmensurable mundo interior.
Dialogar implica escuchar al otro, aprender de él. Estos artistas dialogan con su obra pero, antes que eso, con la vida que los rodea.
(*) Y, mientras las obras de Cornejo y Aberastury dialogan en el MAC, tenemos la oportunidad de conocer más a fondo Salta “la linda”. Linda por sus paisajes y sobre todo por su gente. Gente comprometida, serena y paciente que dan ejemplos de vida. Como el de un grupo de mujeres, docentes, del Alto Valle Calchaquí que, comprendieron que para lograr trasmitir conocimiento a los niños pastores primero debían entender sus propios códigos. A partir de allí concibieron el libro de lectura “Ñañito” que ellas mismas editaron tomando un préstamo personal. Hoy este compromiso lo asumió El Abra, una fundación comprometida con la preservación del patrimonio material e inmaterial de la región. Compromisos de los que debemos aprender para dialogar y crecer juntos. |